NOPOR SIEMPRE
El porno en la comunidad LGTBI: ¿es igual de accesible?
La pornografía es excesivamentehetero y la educación sexual es nuestra eterna asignatura pendiente. De este combo no puede salir nada bueno.
Publicidad
Vamos a hablar de uno de los temas más peliagudos y atrayentes de este planeta: el porno. La ponografía campa a sus anchas por Internet y es la educadora sexual de cabecera para los jóvenes. En una sociedad en la que el sexo parece no existir hasta los 18 años y en la que la educación sexual brilla por su ausencia, la pornografía está ahí y es la que establece lo que está bien y lo que está mal.
Ha llegado la hora de asumir que cualquiera que sepa encender una vitrocerámica será capaz de masturbarse con el contenido explícito que abunda en Internet. Y si el porno hetero ya tiene taras importantes y difíciles de remendar, el LGTBI es una bomba de relojería.
No hay que ponerle puertas al campo y el porno no tiene ni siquiera una minúscula ventana. Es muy accesible pero la realidad es que el sexo normativo impera y es un imponente gigante al lado del resto. El único que logra hacerle una minúscula sombra es la pornografía gay, que abarca entre un 20% y un 30% del contenido total en la red.
Pero ojo, que lo que podría parecer una conquista es más bien una pírrica victoria. La industria pornográfica está pensada para excitar al público heterosexual y de ahí parte el resto, tanto el gay como el lésbico. Mejor calidad que cantidad.
El contenido LGTBI es escaso y reproduce hasta el infinito los estigmas que se tratan de erradicar a diario por parte del colectivo. Un pasito para adelante y quince para atrás. Lo de sentirse identificado con la pornografía que consumimos es un sueño que ni el mismísimo genio de la lámpara lograría satisfacer.
Lo sentimos, pero ese spoiler era obvio. Sin embargo, no podemos pasar por alto un riesgo con el que no cuenta la audiencia heterosexual. Las personas que pertenecen al colectivo carecen de referentes y sus primeras experiencias sexuales se viven a través de una búsqueda curiosa en Internet.
En esa investigación se darán de bruces con producciones que son un fiel reflejo de nuestra sociedad. La pornografía es una ficción más y como tal, está impregnada de todos esos estereotipos con los que convivimos. Vaya sorpresa.
Ahora que sabemos que el porno es tan accesible, igual habría que prestarle un poco de atención y no delegar todo el curro de la educación sexual al activismo en redes. Por el momento, esta asignatura nos seguirá quedando para septiembre.
Publicidad