NO TODO ES TAN BONITO
Diez cosas que debes saber si quieres dedicarte a la música
Desmontamos algunos de los mitos y falsas creencias que rodean al mundo de la música. Diez consejos que te serán útiles, sea cual sea tu estilo.

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1. No eres (más que) nadie. Suena duro, pero alguien tenía que decírtelo: el hecho de que tengas un don especial para hacer canciones, en el caso de que lo tengas, no te convierte en un ser de luz. Hacer música requiere talento, pero no por ello vales más que un cocinero, un electricista o el técnico de sonido que trabajará contigo mano a mano en los conciertos, aguantando pacientemente que le pidas una y otra vez que suba más tu voz o tu guitarra. Cuanto antes te desprendas de ese halo de egocentrismo que supuran muchos músicos, alimentado por décadas de idolatría desmedida hacia cualquier idiota que se subiera a un escenario, mejor para los que te rodean. Incluso para ti mismo.
2. La música es una ruina. La gran mayoría de los músicos no se come una rosca en lo económico. Incluso muchos de aquellos que consiguen dedicarse a ello profesionalmente -siempre a base de giras interminables y trabajo duro- ni siquiera alcanzan algo parecido al salario mínimo: la mayoría viven de manera extraordinariamente precaria. Es el precio a pagar por vivir de lo que te gusta. Y sí: para muchos merece la pena. Pero si crees que la música es una vía rápida y fácil de engordar tu cuenta corriente, casi mejor que te dediques a otra cosa: te ahorrarás darte de cabeza una y otra vez contra ese muro de hormigón armado que es la realidad.
3. Sé honesto. Contigo mismo, con los demás y, sobre todo, con tu propia música. Huye de la autocensura y evita pensar en qué opinará la gente de lo que haces cuando te encuentras en pleno proceso de composición. Habla de lo que conoces, y no de lo que quieres que los demás piensen de ti: no tiene mucho sentido que tus letras hagan referencias a mujeres en bikini, coches de lujo y mansiones si todavía vives en casa de tus padres. En el caso de que efectivamente tu día a día sea así, piensa si eso es lo más interesante que tienes que decirle al mundo.
4. Si no dominas el inglés, no cantes en inglés. Hubo un tiempo, en los años 90, en que la escasez de referentes musicales más allá de la movida madrileña llevó a muchas bandas a cantar en inglés. Si lo haces con la misma soltura que en castellano, adelante. Si no es así, mejor no: hay pocas cosas más ridículas que un español tratando de imitar a sus ídolos angloparlantes con un nivel de inglés tirando a mediocre. Imagina a un americano haciendo lo mismo pero al contrario. Aunque veces dé la sensación, especialmente en determinados géneros, de que en inglés suena todo mejor, lo cierto es que para muchas bandas no es más que un escudo para que no se aprecie con claridad lo poco trabajadas que están sus letras.
5. Casi todo está ya inventado. Y aun así, a casi todo se le puede dar una vuelta de tuerca interesante. No hace falta que te saques de la manga un nuevo genero musical, pero se agradece que tu música no sea una burda copia de lo que están haciendo -o han hecho ya- centenares de músicos como tú. Busca tu espacio para encontrar el registros y el tipo de sensibilidad en la que te sientas cómodo para así poder sacar tu máximo potencial. Trata de sonar a ti mismo y a nadie más.
6. ¿Sexo, drogas y rock and roll? Otro mito. Puede que durante toda la vida hayas creído que los músicos se hinchan a follar y se drogan como si no hubiera un mañana. La realidad es que en la industria musical no hay ni más (ni menos) droga que en cualquier otra profesión. Respecto al sexo desenfrenado, conviene recordar que subirte a un escenario sólo te aporta cierta visibilidad: para todo lo demás tendrás que currártelo como el resto de los mortales. Hace tiempo que el fenómeno groupie ya no es lo que era. Acéptalo.
7. Las giras son (muy) duras. Todo músico lo sabe bien: aunque desde fuera pueda parecer un carrusel de diversión, lo cierto es que el 95% del tiempo que compone la gira de un grupo se puede resumir, básicamente, en los siguientes puntos: conducir miles de kilómetros, cargar y descargar equipo, comer mal, dormir peor y esperar. Sobre todo, esperar mucho. La buena noticia es que, cuando recuerdes tu paso por aquellas ciudades remotas en las que fuiste a tocar con tu grupo o a cantar tus canciones, lo que vendrá a tu mente serán los ratos sobre el escenario y los buenos momentos. La magia de la memoria selectiva.
8. Tener una banda es como tener varias parejas. La convivencia nunca es fácil. Si a veces se hace cuesta arriba compartir un proyecto vital con una pareja a la que quieres, en el caso de una banda los problemas pueden ser aún peores, multiplicados por el número de miembros y aderezados por el importante detalle de que no te vas a la cama con ellos cada noche. Las diferencias pueden surgir a cada mínima decisión que haya que tomar, y se volverán aún más crudas cuando surjan las inevitables dificultades que aparecerán en el camino. Si además uno de los miembros de la banda es tu pareja sentimental, doble combo mortal.
9. La industria musical está llena de trepas. No es algo exclusivo de la música: los encontrarás en cualquier ámbito. Pero todo lo que tiene que ver con la creatividad y con eso que llamamos ‘arte’ es, por algún motivo, terreno idóneo para los aprovechados. Desconfía de los elogios fáciles y de aquellas personas que te den siempre la razón o te rían todas las gracias. No te creas ni una palabra de lo que muestran los concursos musicales televisivos, pues tienen poco o nada que ver con la realidad. Mantén a tu lado a la gente que te pone los pies en el suelo. Y desconfía de algunos de los intermediarios que inevitablemente aparecerán debajo de las piedras para, en caso de que te vaya medianamente bien, tratar de llevarse su parte del pastel.
10. Disfruta. Frente a todo lo anterior, la realidad es que pasarlo bien es lo único que importa. Cuando transcurran los años y eches la vista atrás recordarás con una sonrisa los buenos tiempos vividos en tu periplo musical, por muy accidentado o poco exitoso que haya sido. Aunque casi nadie haya escuchado tus canciones, éstas serán un fiel retrato de tus experiencias, como fotografías fijas de momentos concretos e irrepetibles de tu vida. Y pese a todo lo malo, te darás cuenta de que mereció la pena.
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