WIZINK CENTER

Residente sienta cátedra en Madrid con su concierto más intenso

Residente llenó el Wizink Center en el segundo concierto de su gira Las letras ya no importan. Un concierto de dos horas en el que se alternaban los momentos intensos y poéticos con los más fiesteros y en el que el rapero puertorriqueño hace un repaso a su carrera desde Calle 13 a su último disco en solitario pasando por su colaboración con Bizarrap.

Residente durante su concierto en Barcelona

Residente durante su concierto en BarcelonaEFE/Marta Pérez

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El concierto de Residente en el Wizink Center era la quinta vez que veía a este rapero puertorriqueño, tanto en solitario como en Calle 13. No fue la mejor, ese honor se lo lleva el de despedida del grupo que tenía con su hermano, en Madrid en 2015, presentando el disco Multi Viral pero si fue la más intensa.

El que de anoche era el segundo concierto de la gira de presentación del disco Las letras ya no importan y fue algo completamente diferente. Un Residente de 48 años, en plena madurez personal y musical, nos regalo el concierto más artístico e intenso de todos los que le he visto.

La escenografía era espectacular con dos escaleras al final de las cuales había dos chicas, una dibujando en directo y otra tecleando en una maquina de escribir todo lo que René estaba diciendo.

Los músicos se repartían a ambos lados del escenario, en medio Residente con un atril al que recurría por momentos y detrás una gigantesca pantalla vertical en el que durante el concierto íbamos viendo imágenes de los músicos, los dibujos o las letras escritas a máquina.

Una banda de músicos de primer nivel con El Estepario Siberiano a la batería, Daniel Diaz a las congas, Helen Newby al chelo, Elias Meister y Justin Purtill a las guitarras, León Genovés a los teclados y Kianí Medina como cantante.

Arrancó el concierto de forma intensa llorando al interpretar la autobiográfica René, seguida de Pecador y cerrando con la icónica BZRP Music Sessions #49 en la que deja claro, y todo el público corea estando de acuerdo que “esto lo hago pa divertirme”.

Después continuó presentando su último disco tocando las canciones Yo No Sé Pero Sé y Ron en el piso, con las que la temperatura fue subiendo.

El dibujo de Calle 13 y Visitante anunciaba que se venían temazos, los que la mayoría de gente estaba esperando. Un bloque de clásicos de Calle 13 que empezó con Baile de los pobres y terminó con La vuelta al mundo y en el que sonaron No hay nadie como tú, La cumbia de los aburridos, Atrévete-te-te, El aguante y Muerte en Hawaii.

Los fans de Calle 13 tocamos el cielo durante unos minutos en los que no paramos de bailar, saltar, cantar y emocionarnos con cada una de las canciones.

Tras ese momento llegó el turno del bloque más político en el que Residente encadenó la poderosa Guerra con This Is Not America, su respuesta a Childish Gambino y la preciosa Latinoamérica.

Ya lo habíamos dado todo y tocaba reponer fuerzas con dos canciones más lentas como Desencuentro y Que fluya que nos permitieron coger el aire justo para volver a darlo todo en la traca final.

No podían faltar Fiesta de Locos y Vamos a portarno’ mal con las que solía cerrar sus conciertos de Calle 13 y con las que lo sude todo. Pero Residente no bajo el ritmo cuando continuó con Problema Cabrón, canción fiestera de su último disco y El futuro es nuestro, de su anterior trabajo en 2017.

Residente y su banda abandonaron el escenario por unos momentos y regresaron vitoreados por el público para cerrar con la poética 313 para la que contó con la colaboración de Silvia Pérez Cruz.

Hubiera querido más bises, que cerrará con alguna canción más potente o que tras terminar hubiera salido con sus músicos a despedirse pero al final son detalles dentro de lo que fue un grandísimo concierto.

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