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NO ES TAN RENTABLE COMO LO PINTAN

Spotify es una ruina para (casi todos) los músicos

¿Qué implica subir música a las grandes plataformas de streaming? ¿Qué beneficios reporta en materia de derechos? Los artistas opinan.

-Spotify es una mina de 'big data

Spotify es una mina de 'big dataSkohlmann en Flickr bajo licencia CC

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Cuando hace casi diez años decidí poner en marcha un pequeño sello discográfico sabía que aquello no iba a ser precisamente la gallina de los huevos de oro. Entonces aún proliferaban las descargas masivas de discos. La crisis económica -aún por explotar a nivel global- hacía tiempo que era profunda en la industria de la música. Y apenas un puñado de locos seguíamos comprando discos en formato físico. No: no eran buenos tiempos para el rock and roll.

Spotify, la gran plataforma de música en streaming, veía la luz precisamente aquel 2008. Lo hacía previa invitación y de manera simultánea en los países escandinavos, Reino Unido, Francia y España. Surgió entonces una pregunta recurrente: ¿Cómo era posible que la compañía sueca apostase por un país como el nuestro, líder indiscutible en piratería digital, para lanzar una plataforma en la que había que pagar por escuchar música salvo que estuvieras dispuesto a tragar con un anuncio de Melendi cada tres canciones? La respuesta acabó cayendo por su propio peso: si el modelo de negocio era viable incluso a este lado de los Pirineos, nada podía salir mal.

Una década después, Spotify es un monstruo de dimensiones colosales. El pasado mes de abril la compañía salía a bolsa con un valor estimado en 23.500 millones de dólares, tres veces más que hace sólo tres años. 157 millones de personas (de los que casi la mitad, un 45%, son de pago) sustentan su modelo de negocio. Y, sin embargo, y de manera incomprensible para algunos, la compañía sigue sin ser rentable: en 2017, y según sus propias cuentas, Spotify arrojó unas pérdidas operativas de 300 millones de euros.

Subir tu música, pagar… ¿cobrar?

Como es lógico, en su momento muchos vieron en Spotify la solución a las descargas ilegales. La ecuación parecía perfecta: con una plataforma en streaming como la creada por el hoy multimillonario Daniel Ek, era posible tener toda la música del mundo a un clic, acceder a ella de manera legal y repercutir económicamente en los artistas y sellos discográficos. No en vano, las grandes discográficas multinacionales (Warner, Universal y Sony) son, además de las dueñas del 75% del catálogo de Spotify, parte esencial del accionariado de la compañía. Pero, ¿cómo se las arreglan los artistas y las pequeñas discográficas independientes?

Empecemos por algo que no todo el mundo sabe: cualquiera puede subir su música a Spotify. Ha de hacerlo, eso sí, pagando a unos intermediarios conocidos como “agregadores”. Plataformas como Tunecore, Record Union o CdBaby suben tu disco a la plataforma por una cantidad que ronda los 25 euros al año.

A cambio, además, se quedan con un porcentaje del dinero recibido por cada clic. Un dinero, hay que decirlo, irrisorio: entre 0,005 y 0,009 euros por escucha, según datos de Digital Music News. Dicho de otra manera: si consigues que tu canción tenga la friolera de 10.000 reproducciones, como mucho puedes invitar a tu pareja a cenar y presumir de que estás ganando dinero con la música.

Los artistas son conscientes de esa precariedad. “Como oyente es un modelo ideal, dado que te ofrece música casi ilimitada de forma gratuita o por una cuota muy asequible. Y como artista te da visibilidad y consigues que más gente te escuche. Pero a nivel de ingresos…. Con vender unos pocos discos ya ganas más que por tener un millón de escuchas en streaming”, reconocen Morgan. “Es como si pones una tienda de muebles y solo cobras las sillas”, resumen.

Ele
Ele | Agencias

“Spotify no es un modelo rentable, al menos para un grupo de nuestro nivel”, señala Ele. Y hay otro tema clave: la transparencia. “Ni siquiera tengo claro cuánto cobramos por reproducción. Lo peor es que el artista no negocia esos derechos, sino que han sido previamente negociados entre las discográficas y la propia plataforma, y las comisiones no son las mismas para todos los países. En nuestro caso rondamos los 0,008 por stream. Así que, como te imaginas, es totalmente inviable vivir de los derechos de Spotify”, apunta.

“Es cierto que las liquidaciones de Spotify no son muy grandes, y que hacen falta muchos plays para que sea rentable, pero esta plataforma digital ha llegado para quedarse”, opina Daniel Arias, de Pasajero. “Para una banda como nosotros es una herramienta muy buena para hacer llegar nuestra música de manera más directa que hace años, cuando dependías solo de la venta de discos o de la promoción. Y en aquella época tampoco era rentable la venta de discos: con suerte te llevabas un 8%, que no te daba para nada”.

Morgan
Morgan | Agencias

“El último pedo de un cadáver moribundo”

Ante esta situación, hay quien decidió plantarse. En 2011, 200 sellos independientes decidieron abandonar Spotify ante lo que consideraban una política discriminatoria frente a las grandes multinacionales. Y no sólo los pequeños han alzado su voz contra el gigante sueco: el pasado diciembre, Geoff Barrow (Portishead) preguntaba en Twitter cuántos artistas habían ganado más de 500 dólares por tener su música en Spotify, un hilo que compartieron y apoyaron otros gigantes de la música como Thom Yorke (Radiohead), quien ya en 2013 se había referido a Spotify como “el último pedo desesperado de un cadáver moribundo”.

Han pasado cinco años de aquellas palabras de Yorke. Y si Spotify fue una ventosidad, a buen seguro se trata de una de las más duraderas y sonoras de la historia de la industria musical. Si huele a abuso o a oportunidad es una conclusión a la que deberá llegar cada uno de los que decidimos seguir alimentándolo, ya sea a base de música, suscripciones premium o reproducciones en nuestras canciones favoritas.

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