@BECARIA_
Aficiones de viejos: La crisis de los mitoplastas de los 80
Becaria escribe sobre los fanáticos de los años 80, de su música y su cine y sobre lo pesados que pueden llegar a ser.
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Los mitoplastas de los años 80 son aquellos fanáticos que se quedaron clavados con una chincheta imaginaria en esta década de la televisión con dos canales a escoger, carencias, bullying y estética muy hortera, extremadamente kitsch para el buen gusto que tenemos hoy en día. Para un mitoplasta no hubo época mejor que la suya, aunque profesores y compañeros le pegaran en el colegio y le dieran collejas como panes, y su abuela le obligara a comer unas lentejas espantosas del día anterior calentadas en una cazuela sobre una cocinilla de camping gas. Estas personas con consciencia de una década tan horripilante, oscilan entre las cuarenta y sesenta castañas, y conservan gustos y aficiones como si no hubiera pasado el tiempo por sus notables canas.
Los mitoplastas aman sus vinilos, cassettes y, los más modernos, aún conservan algún CD. El amor por la música de los 80 abarca una amplia gama de géneros musicales y artistas de la época, da igual cuál. No faltan en sus repertorios clásicos extranjeros como Michael Jackson, Madonna, Queen, U2, David Bowie, The Police o Whitney Houston, y si nos venimos a España, los dolorosos Mecano, Nacha Pop, Hombres G, Radio Futura, Alaska y Dinarama, Los Secretos o La Unión. Lo importante es que por ser de esos años, la música es mucho mejor que la actual y que los llorones de Operación Triunfo o el reggaeton.
En cuanto a sus hábitos tecnológicos, algunos muestran cierta predilección por los aparatejos de los años 80, como los ordenadores retro y las películas en VHS y formatos aún más caducados que cuesta encontrarlos hasta en el rastro de Madrid los domingos. Sin embargo, luego usan un portátil o un smartphone de última generación para comprar en zocos de segunda mano como Wallapop o Todocolección y seguir ampliando sus colecciones de objetos nostálgicos y otra morralla de los 80, como muñecos en miniatura de Naranjito y Espinete o las revistas de Charo Medina, Interviú, y Penthouse. También usan la tecnología moderna para apuntarse a eventos retro, salones de cómics de superhéroes, ciclos de cine, o recreaciones de videojuegos arcade de la época. Vaya, que las máquinas de aquella década eran mejores, pero has recurrido a un dispositivo actual con conexión para poder seguir con su vida social antigua y caducada.
"Regreso al Futuro," "Los cazafantasmas," "He-Man," "Transformers" y "Los Goonies" les flipan, la turra que te puede dar un mitómano acerca del cine de estos años es para salir corriendo hasta llegar al límite de la carretera. Bajo el criterio entusiasta ochentero, no se ha publicado nada mejor en HBO, Netflix, Filmin ni Amazon Video, y para corroborarlo, cómo no, se han molestado en vez todas las parrillas de todas las plataformas actuales. ¡Pero que vivan los 80's!
Esta peñita viste raro, o bien porque conserva los trapos de la época, o porque va renovando el armario en tiendas de segunda mano con pantalones ajustados, hombreras, "brilli brilli", chaquetas de cuero y chándales de táctel. Siguen fieles a las tardes de latas en sus parques de referencia en los barrios de Ventanielles de Oviedo, El Raval de Barcelona, el parque de La Marina en San Sebastián de los Reyes, San Blas de Madrid o La Calzada de Gijón, porque "yonki" siempre será sinónimo de ochentero, para quien aún lo pueda contar.
Si en algo reconocen los mitoplastas de los 80 su adaptación, es en haber cambiado el deporte hostil con barras y ruedas de camión, por las clases de yoga y Pilates, creyendo que, con estas nuevas tendencias de levantar las piernas y los brazos sin moverse del sitio, con cierto halo místico hippie, se les van a curar los achaques. ¡He aquí la receta de la eterna senectud!
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