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CINE DE VAMPIROS

30 años de 'Jóvenes Ocultos': así era el 'Crepúsculo' de los años 80

Un 31 de Julio de 1987 se estrenaba en Estados Unidos una de las películas de vampiros modernos más recordadas, veneradas y discutidas de la historia del cine. Un clásico de culto que se adelantó a sagas de romances vampíricos juveniles como ‘Buffy la cazavampiros’ y la eterna sinfonía de lo mustio orquestada por ‘Crepúsculo’.

-The Lost Boys

The Lost BoysAgencias

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Los años ochenta tuvieron la virtud de acercar el género de terror a diferentes estratos de edad sin pedir disculpas a nadie, por ello, había versiones de cine de monstruos protagonizadas por chavales cuyas máximas preocupaciones eran conseguir una cita de su ‘crush’ y leer cómics.

El cine de vampiros tuvo algunos ejemplos de comedias protagonizadas por chupasangres juveniles como ‘El vampiro adolescente’, también treintañera este año, pero ninguna consiguió esa mezcla de película de terror pura, comedia, romance y angustia adolescente, con ese dramatismo exagerado propio de la edad.

The Lost Boys
The Lost Boys | Agencias

El verano de 1987 inició un romance entre la pubertad y los vampiros que se ha seguido perpetuando en décadas posteriores. Con ‘Buffy, la cazavampiros’ en los noventa y la saga ‘Crepúsculo’ en los dosmiles.

Antes de ella, el principal referente para todo era Drácula, un señor mayor con capa, que si ya era un poco Ramón García en su época, en los ochenta olía un poco a Brummel. Las posteriores modernizaciones tenían sus facsímiles del transilvano con señores (‘Noche de Miedo’, ‘Los viajeros de la noche’) o señoras (‘El ansia’) pero eso no era lo mismo.

Por ello, el director Joel Schumacher refrescó el mito con una pandilla de monstruos jóvenes con cardados, en moto y chupillas de cuero: góticos, macarrillas y fans de los Doors. Los vampiros volvían a resultar atractivos, sexys.

La otra clave fue convertir la costa del sur de San Francisco, en el pueblo embrujado de Santa Carla, un nido de vampiros con el estilo de vida de sol y surf de California. Aprovechando que en los setenta Santa Cruz se convirtió en el epicentro del asesinato mundial con los ataques de tres asesinos en serie, el director lo quiso constatar en el panel de bienvenida a los dos hermanos protagonistas, interpretados por Corey Haim y Jason Patric, con un grafitti que anunciaba que no todo es tan brillante y cálido como aparenta.

La apacible vida costera llevaba el estigma de las desapariciones y la gente más cool del planeta había aprendido a vivir con ello. No deja de ser una actualización de los poblados de aldeanos supersticiosos cuyas hijas desaparecían en el bosque cerca del castillo.

El reparto también tenía a Corey Haim, con lo que se acabó de formar la leyenda de ‘Los dos Coreys’ y que reventaría del todo el año siguiente con la épica ‘Papá Cadillac’. El jefe de los vampiros era un pipiolo Kiefer Sutherland con mullet de diseño y peróxido pre-noventas al que acompañaban una pandilla que podría haber tocado en Poison o Hanoi Rocks.

Un grupo de tipos elegantes, entre nuevos románticos y rebeldes que igual se van de botellón por la playas que se duermen colgados como murciélagos en su caverna. ‘Jóvenes ocultos’, en realidad, contaba la historia de Michael, el hermano mayor que se empieza a mezclarse con estos macarrillas al enamorarse de la chica del grupo.

Si recapitulamos el episodio inicial de ‘Crepúsculo’ nos sale un borrador en el que además de la clásica idea de ‘chico nuevo en la ciudad’ en la que se cambia el padre soltero por madre y el género de la protagonista para resultar en una estructura de inicio muy similar.

La novedad aquí es la obvia comparación del vampirismo con el consumo de drogas, que es a menudo criticada por los alérgicos a las moralinas pero que resulta perfectamente didáctica y certera con las fases de la pérdida de la inocencia.

También se diferenciaba, claro está, en su tono juguetón y su guion lleno de citas memorables, que acababa en un clímax cargado de acción. En este aparecían bastantes ideas geniales, como las pistolas cargadas de caldo de agua bendita y ajo que Tarantino ‘tomó prestado’ para su guion de ‘Abierto hasta el amanecer’.

Y, aunque se le asocia a la estética ochentera, tanto por su paleta de colores como por su fotografía parece una obra de la década de los noventa. No es de extrañar cuando tras la cámara estaba nada menos que Michael Chapman, responsable de fotografía en ‘Toro Salvaje’ o ‘Taxi Driver’.

Esto se hace más palpable cuando además, en la banda sonora, no abundan sintetizadores y sonidos de la época sino temas como esa versión de ‘People Are Strange’ por Echo And The Bunnymen o el tema principal, esa pieza coral, casi religiosa, que es ‘Cry Little Sister’.

Su muralla de sonidos (la banda sonora editada en cd causó furor) tenía una intencionalidad de recuperación muy propia de la década siguiente y quizá por ello el largometraje tardó un tiempo en convertirse de culto.

Su mezcla de estéticas victoriana, punk y americana de los 50’s se coronaba con el estilo gitano-anglosajon y se adecuaba a la perfección con las obsesiones de los jóvenes atormentados de los noventa, que podían hacer una doble sesión con esta, ‘Entrevista con el vampiro’ y ‘El Cuervo’ de Alex Proyas y no desentonaba con ellas, rodadas en los 90.

Sin embargo, su validez para la representación del angst millenial pilló de buenas a los emos pero no ha podido sobrevivir a los Cullen y los sinsajos y su culto pasó a moda revival. Finalmente, la tendencia actual la aboca a ser víctima del revisionismo rancio de influencers baratos que actúan como policía de la nostalgia en las redes sociales.

Por el camino deja dos deprimentes secuelas directas a video con Corey Feldman tratando de rascar un dólar de sus viejos éxitos y un proyecto de serie activa que igual cae con el público algo agotado de vampiros con angustias, después de ‘True Blood’ o ‘The Vampire Diaries’. Lo verdaderamente extraño es que, en su treinta cumpleaños, aún no haya aparecido un remake como tal para la pantalla grande.

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