TRES FOTÓGRAFOS PROFESINALES DESVELAN SUS SECRETOS
Así se logra convertir la foto de un concierto en una verdadera obra de arte
Tres reputados fotógrafos especializados en retratar a los músicos en plena acción nos desvelan los secretos del oficio, entre codazos, gritos, empujones.
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El grupo más esperado de la noche salta al escenario… y se desata el caos. En medio de una marea de brazos, cabezas y sudor, surge una mano con una cámara. Casi sin mirar, su portador dispara. Una vez, otra, y otra más. Sin apenas tiempo para comprobar el resultado en la pantalla, se abre paso entre el gentío para buscar otro ángulo y seguir sacando fotos.
Apenas han pasado unos segundos, pero Íñigo de Amescua ya ha capturado la esencia de los primeros y más vibrantes momentos de la que promete ser una noche memorable.
"Me encanta que se las cosas se desmadren, que nadie se fije en mí y que tanto público como artistas se vuelquen al máximo. En ese momento, me gusta meterme hasta el cuello sin pensar demasiado", reconoce Amescua.
El resultado salta a la vista. En los últimos años, se ha convertido en uno de los más reconocidos fotógrafos del 'underground' musical madrileño. También, en uno de los más reconocibles, dado su personalísimo estilo. Y es que ese afán de "meterse hasta el cuello", como él mismo describe, se aprecia en cada una de sus instantáneas.
"¿Codazos? ¡Muchos! Y rodillazos, y patadas. ¡Pero esto es normal en un concierto de rock! Lo anormal es ir a un concierto de punk o garage y esperar que nadie te toque. Para eso mejor vete a la ópera o quédate al lado de la barra, al fondo del garito, hablando y tomando una copa". bromea.
La clave de una buena foto, coinciden los expertos, es captar la magia del instante.
"Todo el mundo puede hacer una foto decente de un concierto: basta con lograr un buen encuadre y tener al músico en una posición agradecida. Hace un tiempo con eso era más que suficiente, pero ya no vale", reconoce Jaime Oriz, fotógrafo de, entre otros medios, la revista musical Mondosonoro.
"Creo que, en la actualidad, hay que ofrecer algo más, y que no siempre es fácil de conseguir. Lo más importante es conseguir el momento que resuma todo el espíritu de la banda o del artista. Se puede lograr por medio de un momento íntimo, por la interacción de los músicos o por un espectacular momento de la actuación. Si luego se refuerza con un encuadre original y unas luces cuidadas, el resultado puede ser excelente". añade.
Para Amescua, "las fotos las hacen el fotógrafo, pero también, y mucho, las personas que tiene delante; si el concierto es un bodrio, poco se puede hacer. Y, si es una locura, hasta un fotógrafo de pie, comida y selfies sacará algo interesante".
En ese sentido, los fotógrafos no siempre cuentan con todas las facilidades para hacer su trabajo. A menudo, las bandas más grandes sólo permiten fotografías durante las tres primeras canciones.
"Es algo que pasa con el 99% de las bandas grandes: la clásica norma 'First three songs, no flash'. Y es común en todos los países de mundo", explica Javier Bragado, uno de los profesionales más reputados del gremio.
La lista de bandas que ha fotografiado es infinita: desde gigantes del rock internacional como Kiss, ACDC, Guns 'n' Roses Metallica o Foo Fighters hasta los nacionales Sôber, Melendi o La Oreja de Van Gogh.
"Me consta que hace muchos años no era así, pero yo siempre he conocido esta situación. Toca adaptarse y saber buscarse las castañas en tres canciones. Hay poco margen de error y, sobre todo, poco tiempo para poder sacar alguna fotografía diferente al resto de los compañeros de foso", confirma.
El foso. Ese lugar en el que toca pelearse con otros fotógrafos para lograr la foto perfecta.
"Hay de todo, conciertos en los que hay mucho fotógrafo acreditado y poco espacio y otros en los que tienes más hueco. Es cuestión de educación, pero la inmensa mayoría de compañeros, por no decir todos, son muy respetuosos. Eso no quiere decir que no me hayan jodido alguna foto, o que yo no haya sido yo, aunque nunca intencionadamente. Son cosas que pasan. Pero es como en el fútbol: lo que pasa en el foso, se queda en el foso", cuenta Bragado.
Ganarse la vida a disparos
Fotógrafos de conciertos hay miles. Profesionales que se ganen la vida con ello, no tantos.
"Abrirse paso en este mundillo es terriblemente difícil", explica Bragado.
"Hay que tener en cuenta el momento y el contexto en el que nos movemos. La industria musical en la última década ha sufrido unos cambios tremendamente traumáticos, y aún no ha sabido reinventarse. La música sobrevive, porque es una necesidad vital del ser humano, pero la industria debe renacer de otra manera, con otros principios, con otras fórmulas adaptadas al mundo en que vivimos", explica.
"Y nosotros como fotógrafos y como parte de ese engranaje, debemos hacer lo mismo. Aquellos tiempos en que las publicaciones llamaban a tu tu puerta y se podía vivir de ellas o de las discográficas empiezan a quedar lejos", apostilla.
Oriz está precisamente inmerso en ese proceso de intentar vivir de los momentos que capta.
"Tengo la suerte de poder decir que en los grandes conciertos o eventos me pagan de manera adecuada. ¿Que si se puede sobrevivir a base de hacer fotos de conciertos? Creo que sí, pero es un mercado pequeño: no da para mucho fotógrafo. Todo se resume en que no existe una buena industria musical consolidada, que genere empleo para todos. Es una pena", se lamenta Oriz.
Pese a lo difícil del gremio, los tres coinciden en subrayar las cosas buenas de esta profesión. Les pedimos un consejo a los principiantes, que todos ellos resumen en dos palabras: trabajo duro:
"Para dedicarte a esto tienes que tener una enorme capacidad de sacrificio y aguante, porque sobre todo cuando empiezas a avanzar un poco, las frustraciones son más que las recompensas. Así que el único consejo es no parar nunca. Y si te caes o fracasas, te levantas y sigues adelante. No hay otra manera", advierte Bragado.
"Por mi parte, lo que hice fue ir a decenas de conciertos por mi cuenta, sin ganar nada, para tener buenas imágenes que enseñar. Al final me ha dado resultado", recuerda Oriz.
"¿Consejos? No me siento muy cómodo dándolos. Pero puedo hablar de lo que a mí me sirvió: hacer muchas fotos, ver muchas de otros, de los grandes… y ¡moverse! Que el ojo está hecho para moverse y no quedarse parado bajo el que canta como un pasmarote", reconoce Amezcua.
Móvil, ¿sí o no?
Pese a que en casi cualquier concierto hay una o varias cámaras profesionales pululando, no falta el asistente que echa mano del teléfono móvil. La pregunta parece clara. ¿Se puede hacer una buena foto de un concierto con un teléfono móvil?
"Si hablamos de fotografía en genérico, se pueden hacer cosas maravillosas, y hay muchos ejemplos como Sergio Luz y su proyecto 'Impronta', realizado únicamente con un iPhone", opina Bragado. "En el caso de los conciertos es diferente: las condiciones no son las mas adecuadas para hacer fotos, y, los móviles se quedan técnicamente muy cortos".
Oriz está de acuerdo en este punto: "Con un móvil, por bueno que sea, no vas a poder lograr muchas cosas en un concierto".
Amescua recuerda, sin embargo, que "se pueden hacer cosas interesantes con cualquier cosa a tu mano".
Una cuestión de sensibilidad, espíritu creativo y ganas de transmitir emociones. Casi, casi, como la propia música.
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