@BECARIA_
Auge de la segunda mano: ¿modernidad o pobreza?
Becaria habla sobre la moda de comprar cosas de segunda mano en aplicaciones como Wallapop o Vinted.
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Tiras a la basura unas zapatillas con un agujero como si las hubiese mordido un cocodrilo y de repente piensas: ¿les podría haber dado una "segunda vida" vendiéndolas a cinco euros en una app de compraventa entre particulares o tirándolas en un contenedor de ropa usada para que las venda otro? Es posible. Lo que aparentemente es basura sin utilidad, también se vende con algún eufemismo como "vintage", "segunda oportunidad" o "pre-amada", como una vez leí en Instagram, algo similar a revolver en los contenedores, pero pagando.
La primavera lo cutre altera y proliferan los zocos de segunda mano como hongos en la sombra. El mercado invita a que se compre ropa usada de dudosa procedencia en tiendas con olor a caja de dinero B; aparatos electrónicos en tiendas con nombres tipo "Cash, Copy & Pega", o cualquier otra cosa imaginable por Wallapop con la excusa de reutilizar, contaminar menos, cuidar el planeta, matar menos árboles o lo que se resienta en la naturaleza con la epidemia del ser humano. ¿Para qué quieres eso si no lo usas? ¿Por qué lo vas a tirar si alguien puede darte 50 euros por ello? Pues también es verdad.
Los pioneros de la segunda mano en España fueron unos grandes almacenes de muebles donde, desde hace años, va a parar todo lo que nadie quiere, cuyos ingresos viajan a favor de los politoxicómanos. ¿Y quién compra? Me han dicho por el pinganillo que a Ana Obregón no se le ha visto por allí, que ella es más de otros géneros. Para esto de comprar usado también hay cierto clasismo, no es lo mismo una nave de mueble viejo de gente obrera que una tienda de antigüedades con precios de a partir 200 euros la pieza.
No todo son baratijas para el pobre. La segunda mano también tiene su cara fashion en tiendas cool con decoración pin up, vintage, teléfonos de tu tatarabuela, cabinas de teléfono de imitación de Londres, dibujos de mujeres antiguas desnudas por las paredes y pantomima hípster en cada esquina para venderte trapos usados importados de Estados Unidos, que tienen más valor emocional que si fuesen de Amancio Ortega. El postureo de la camiseta usada en el país de las banderas más grandes tiene más caché que lo usado en España con etiqueta "Made in Bangladesh", pero estas tiendas también cantan a catacumba que dan gloria.
¿De verdad es atractivo usar ciertas cosas usadas? ¿Nos venden lo bonito de comprar de segunda mano por el bien del planeta o por agrandar aún más la brecha entre riqueza y pobreza? Hay una fina línea entre la reutilización de calidad y comprar usado porque no tienes dónde caerte muerto. Nadie con dinero y que no sea un avaro te saluda en Wallapop o Vinted para regatearte un euro o cincuenta de cualquier basura que estés deseando quitarte de encima, su único objetivo es conseguir su tesoro amado al mínimo precio posible, ser aún más pobre mientras se siente rico con su bazofia anhelada.
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