'FREE WOMEN, FREE MEN', POLÉMICO ENSAYO DE CAMILLE PAGLIA
Camille Paglia cuestiona el feminismo de Girls: “Lena Dunham es una neurótica disfrazada de feminista"
Camille Paglia es lesbiana, atea y libertaria. También feminista, aunque muchos se niegan a calificarla como tal. Aprovechando el final de ‘Girls”, hemos leído su último libro contraponiendo el feminismo de Paglia con el que defiende Lena Dunham en su serie. No pueden ser más distintos.
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Camille Paglia (Endicott, Nueva York, 1947) se hizo famosa en el año 90 por defender a Madonna. La cantante acababa de estrenar el polémico videoclip de ‘Justify My Love’, aquel de imaginario sadomasoquista que fue censurado por la MTV.
Paglia, una profesora de arte de la Universidad de Philadelphia, que ya había levantado ampollas con su primer ensayo, ‘Sexual Personae’, escribió un artículo en el New York Times apoyándola. La llamó, de hecho, el futuro del feminismo, y de paso arremetió contra el puritanismo de las feministas de la época, a las que comparó con las Girl Scouts.
“Madonna tiene una visión mucho más profunda del sexo que las feministas. Madonna es el futuro del feminismo”, escribió.
Desde entonces, Camille no ha parado de buscarse enemigas entre sus colegas. La última, Lena Dunham, de la que Paglia dijo hace poco que era la clásica neurótica disfrazada de feminista. “Si me encuentras fea, ¡entonces eres sexista!”, se burló de la estrella de ‘Girls’ en una entrevista.
“No, Lena, ¡es solo que eres una enorme pila de pudding!”
‘Free Men, Free Women’, una recopilación de sus textos sobre sexo, género y feminismo, es el último libro de Camille Paglia. Su publicación en los Estados Unidos ha coincido precisamente con la emisión de la última temporada de ‘Girls”, y resulta interesante leer los ensayos y artículos que lo componen en clave anti-Dunham.
Visto así, ‘Free Women, Free Men’ es un antídoto contra el feminismo millenial que corre por las venas de ‘Girls’. Por ejemplo, contra su visión del ‘date-rape’, el heteropatriarcado o el ‘gender-fluid’.
¿Violó Adam Driver a Natalia en la cuarta temporada de ‘Girls’?
Es conocido el episodio de ‘date-rape’ que la propia Lena Dunham sufrió en la Universidad de Oberlin. Tal y como contó en su libro ‘No soy ese tipo de chica’, Lena estaba borracha y puesta de coca y Xanax cuando un tal Barry la acompañó a mear a un parking. Entonces aprovechó para meterla un par de dedos en el coño. Después, ya en su apartamento, Barry se la tiró.
En realidad, la joven no quería acostarse con él, pero sintió que debía animarle y le dijo algunas guarradas. Lena Dunham, sin embargo, no se dio por violada hasta mucho tiempo después.
También en ‘Girls’ abordó el asunto de la violación y sus límites. ¿Recordáis aquel capítulo en el que Adam Driver eyacula sobre Natalia, la chica con la que está saliendo en la temporada cuarta? Internet se llenó al día siguiente de artículos dilucidando si Adam era o no un violador.
Pues bien, Camille escribió sobre el tema en 1991, apenas un mes después de que se publicara su famoso texto sobre Madonna. El artículo se titulaba 'La violación y la guerra de sexos moderna', y escoció todavía más que éste.
¿No es no?
Para empezar, porque según Camille, eso de que “un no siempre es un no” es una bobada. “El ‘No’ ha sido siempre, y seguirá siendo, parte del peligroso juego del sexo y la seducción, algo observable incluso en el reino animal”, escribió en el New York Times.
También que los sexos están en guerra y que nunca habrá armonía sexual. Menos aún en un campus universitario, donde las hormonas masculinas están descontroladas.
Por ello, “cada mujer debe responsabilizarse de su sexualidad, que es la llama roja de la naturaleza. Debe ser prudente y cautelosa acerca de dónde y con quién va. (…) Una chica que se emborracha hasta perder el conocimiento en la fiesta de una fraternidad es una boba. Las feministas llaman a esto ‘culpar a la víctima’. Yo lo llamo sentido común”.
Bondades y maldades del heteropatriarcado
A diferencia de Lena Dunham, para quien los hombres hetosexuales blancos son un problema que habría que erradicar, Camille Paglia es una feminista que a menudo se pone de parte de éstos.
“El rencor a los hombres es una de las características más desagradables e injustas del feminismo de segunda y tercera generación. Los errores, fracasos y defectos de los hombres han sido sobredimensionados”, escribe.
“La misión más clara del feminismo siempre ha sido atacar y reconstruir las cosificadas prácticas sociales que han llevado a discriminar a las mujeres. Pero eso se puede conseguir sin estereotipificar, menospreciar o demonizar a los hombres”.
Para Paglia, los hombres son, de hecho, “absolutamente indispensables ahora mismo, invisibles sin embargo, para la mayoría de las feministas, que parecen ciegas a la infraestructura que hace sus propias vidas posibles. Son los hombres los que hacen el sucio y peligroso trabajo de construir carreteras, verter hormigón, transportar ladrillos, colgar cables eléctricos, podar árboles o allanar el terreno para construir edificios”.
En ese sentido, Paglia dice envidiar a las feministas de los años 20 y 30, que aceptaban y admiraban la enormidad de lo que los hombres habían conseguido y simplemente luchaban por hacer otro tanto o superarlos.
“Hasta que el feminismo no admita las grandes cosas que los hombres han hecho en el arte, la ciencia y la tecnología, creando el moderno mundo industrial que liberó en su día a las mujeres del hogar e hizo el feminismo posible, los sexos no se reconciliarán”.
Paglia defiende incluso algo tan vilipendiado por muchas feministas como los deportes masculinos, dedicando al boxeo uno de sus artículos después de que lo cancelaran en Princeton. “La liberación de las mujeres no puede construirse sobre las humeantes ruinas de las tradiciones masculinas”, concluye.
La transgénero-manía, ¿el nuevo objetivo de Camille Paglia?
También se ha atrevido Paglia a criticar otra de los bastiones del feminismo actual, el ‘gender fluid’. Es lo que ella llama “transgénero-manía”, para Camille una señal de la decadencia de Occidente.
“La volatilidad de los roles de género es habitualmente un síntoma de distintas tensiones y ansiedades”, opina.
“La identidad sexual se convierte en el punto de mira solo cuando otras formas de identificación y afiliación -religiosa, nacional, tribal o familiar- se vienen abajo. (…) Las extravagancias de los experimentos de género a veces preceden al colapso cultural”. Y pone el ejemplo de la permisiva Roma imperial, que se creía eterna, o de la Alemania de Weimar que el nazismo echó por tierra.
Diciendo estas cosas en tiempos como los que corren, es natural que a Paglia muchas veces se la malinterprete. Camille escribe siguiendo un estilo aforístico, donde una idea y su matiz están a varias frases de distancia. Por ejemplo, el artículo en el que llama idiotas a las chicas que como Lena Dunham se van borrachas con un hombre, empieza diciendo que la violación es un atropello que no puede ser tolerado en una sociedad civilizada.
Y aunque ve en la moda del ‘gender-fluid’ indicios del advenimiento de una época más oscura, acto seguido dice que las democracias modernas tienen la obligación de proteger todas las formas de expresión individual.
Una lectura distraída de sus textos, por tanto, puede llevar a pensar en Camille Paglia como en una de las seguidoras de Donald Trump o a imaginarla al volante del autobús naranja de Hazte Oír.
En España, la llamarían facha.
En realidad, es todo lo contrario.
Solo hay que leerla de cabo a rabo, aunque sea aprovechando el tirón de ‘Girls’.
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