MANIFIESTO PRO SITCOMS
Las comedias progres quieren cambiar el mundo
Hay columnistas sobre televisión que mantienen que el primer antihéroe de las series, a diferencia de lo que podríamos pensar los fans de Los Soprano, Mad Men o Breaking Bad, fue Archie Bunker, protagonista de Todo en familia. Aquella sitcom, que se emitió desde 1971 a 1979, narraba las dificultades de un padre de familia (el apellido Bunker era de lo más apropiado) al enfrentarse a los cambios de la contracultura de la época; abordó incluso temas como la homosexualidad, dando espacio al primer personaje gay de la pequeña pantalla en Estados Unidos. 40 años después, la comedia y el personaje, al que dio vida Carroll O'Connor (que en 1980 apoyó públicamente a un candidato presidencial demócrata, quién lo hubiera dicho), siguen siendo símbolos de la televisión arriesgada y socialmente comprometida.
Publicidad
Hoy podemos decir que ese espíritu de debate político está presente en sitcoms de las últimas temporadas, como Día a día, Black-ish, Recién llegados o The Carmichael Show, y no solo por eso de la era Trump, sino porque algunas reivindicaciones, con especial fuerza las de colectivos raciales y feministas, están de plena actualidad en noticiarios y portadas. La simbiosis cobró un sentido particular, triste, eso sí, hace unas semanas, cuando la Marcha de las Mujeres coincidió con la muerte de Mary Tyler Moore, a los 80 años. Aquella ejecutiva y actriz, muy querida en Estados Unidos, pasó a la historia por protagonizar en los 70 la sitcom La chica de la tele, sobre una mujer soltera que triunfa como productora, y se convirtió en todo un icono feminista. ¿Pueden servir las series como motor del cambio? ¿Y un formato tan clásico como la comedia?
Un momento ideal para la comedia 'progre'
El último ejemplo de que la fórmula de las risas enlatadas puede ser no solo digna y divertida, sino también actual y peleona, es Día a día, la serie que Netflix estrenó a comienzos de enero. No en vano, es el remake de una propuesta homónima producida en los años 70 por Norman Lear, creador de títulos aclamados como Todo en familia, que aquí reza como productor. Día a día cuenta las peripecias de una familia de origen cubano en Estados Unidos; Penélope es una mujer separada, enfermera y veterana de guerra, que se enfrenta al reto de vivir con dos hijos adolescentes, y con su madre, fiel a las tradiciones. Los creadores logran poner en el punto de mira una realidad social incuestionable en EEUU, la inmigración (justo cuando la criminaliza la política de Donald Trump), pero también cuestiones de género, sexualidad y hasta paternidad.
Parte de esta corriente progre en las series norteamericanas se la debemos a la resurrección de la black sitcom, las comedias protagonizadas por familias negras. Lo que antes reflejaban series como El show de Bill Cosby, incluso El príncipe de Bel-Air, hoy lo hace Black-ish, a la que se bautizó como la Modern family negra. Creada por el guionista Kenya Barris, y ahora en su tercera temporada, estuvo de actualidad hace unas semanas por ambientar un episodio en las elecciones presidenciales de noviembre. Y no ha sido el único capítulo de Black-ish aplaudido por la crítica; en 2016 se atrevieron con Hope, que narra las reacciones de los Johnson ante la muerte de jóvenes a manos de la policía, y los disturbios sociales derivados de ello. ¿Dónde halla una familia negra de clase media la esperanza del progreso en una sociedad como esta?
La resurrección de las series negras
Puede que el producto más pasado de rosca (para bien) de este fenómeno sea The Carmichael Show, una propuesta de la cadena NBC que combina las reglas de la sitcom más rancia (de sus decorados de cartón piedra a sus estereotipos exagerados) con el humor más negro y político del que puede hacer gala una comedia en abierto. Producida por Jerrod Carmichael, un joven humorista estadounidense, renovada in extremis por el aplauso que provocó en la crítica y por su interés como proyecto extrañísimo, la serie narra los desencuentros de una familia negra según el tema de actualidad de la semana: el debate de la posesión de armas, la movilización por los disturbios raciales, Bill Cosby y los héroes caídos del colectivo… The Carmichael Show parece como un decálogo (pero bruto y divertido) de las inquietudes de la comunidad negra.
Y la cosa no queda aquí: Recién llegados (Fresh Off the Boat en Estados Unidos), la ingeniosa serie sobre una familia de origen chino en la Florida de los años 90; Speechless, comedia de esta temporada que sitúa la discapacidad en primer plano; Mom, heredera de Roseanne, que sigue las desventuras de varias mujeres alcohólicas; The Big Bang Theory y su reivindicación de los personajes nerd (y el reflejo del síndrome de Asperger); The Foster y su apoyo a la imagen de los jóvenes homosexuales… Es sin duda un momento de orgullo para la sitcom que busca relevancia social. Es un formato sometido a las convenciones de la televisión en abierto y de dirigirse al gran público, pero precisamente su ligereza es la oportunidad ideal para hacer su propia pedagogía, para intentar cambiar un poquito las cosas a la vez que hacerlo pasar bien.
Publicidad