Flooxer Now» Noticias

Hablamos con personas que lo hicieron con sus propias manos

Cómo construirte una casa con balas de paja y 11.000 euros

Por poco dinero, es posible levantar una vivienda sostenible y duradera. Hablamos con personas que lo hicieron con sus propias manos.

-Casa de paja

Casa de pajaTaller Karuna

Publicidad

La cultura popular está plagada de axiomas tan fuertemente arraigados en el imaginario colectivo que a menudo cuesta desterrarlos de nuestra manera de ver el mundo. Uno de ellos es el que nos viene a la mente cuando escuchamos las palabras “casa de paja”: inevitablemente se nos aparece la imagen del cuento de los Tres Cerditos.

La historia es por todos conocida: acuciado por el hambre, el malvado lobo sopla la vivienda construida con ese material por el más pequeño e insensato de los hermanos.

El resultado: la casa vuela por los aires en cuestión de segundos. Algo similar ocurre con la vivienda de madera en la que laboriosamente ha trabajado el mediano de los cerditos: con algo más de esfuerzo, el lobo consigue destruirla a base de unos pulmones prodigiosos. Por el contrario, el más mayor y sabio de los hermanos decide edificar su casa con robusto ladrillo, ante lo que nada puede hacer el vendaval desatado por el malvado depredador.

La moraleja de los tres cerditos es clara: hay que ser previsor. Y para ello, en materia de construcción no hay nada como utilizar un material que en España conocemos muy bien. Tanto, que la burbuja inmobiliaria es conocida como el boom del ladrillo. Si quieres una casa resistente y duradera, no hay otra opción. ¿O sí?

La realidad es que existen otras formas de construir. Y sí: la paja es una de ellas. Aunque su uso como material de construcción se remonta al origen de los tiempos, no fue hasta los años 70 del siglo pasado cuando comenzó a generalizarse.

Hoy en día es un material muy extendido en países como EEUU, Canadá, Francia, Austria o Alemania. Y cada vez más y pese al poderoso lobby del ladrillo, también poco a poco en España, donde se calcula que existen unas 500 casas de paja. Aunque aún estamos lejos de las 6.000 de Francia, los expertos estiman que el número crecerá de manera exponencial durante los próximos años.

Las ventajas de la paja son muchas: es sostenible -su huella ecológica es mínima-, es un fantástico aislante térmico y acústico y, sobre todo, es infinitamente más barato, dado que las balas de paja son un desecho habitual en la agricultura. Si a ello se le suma que el ahorro energético una vez terminada la vivienda oscila entre el 50 y el 75%, la duda que surge es inevitable: ¿cómo es posible que ver casas de paja siga siendo algo anecdótico, prácticamente residual?

“Cada vez hay más información acerca de la construcción natural”, cuentan Sebastián y Nadia, que conocieron este tipo de casas hace diez años. “Teníamos claro que queríamos hacerlo nosotros mismos, y nos interesaba la idea de utilizar materiales naturales. Sí: conocíamos el adobe y la construcción con tierra, pero no sabíamos que se podía hacer casas con balas de paja”.

Tras informarse y realizar un curso, se pusieron manos a la obra. Y nunca mejor dicho. “Construimos la casa nosotros dos, sin contratar a nadie. Gastamos solamente en materiales, y muchos de ellos provenían de reciclado. Como estábamos trabajando, sólo podíamos construir durante los fines de semana. A ese ritmo nos llevó dos años terminar la casa, pero calculamos que de haber podido dedicarnos exclusivamente a ello hubiéramos tardado poco más de seis meses”, explica. El resultado: una casa de 50m2 en la que invirtieron, en total, 11.000 euros.

Visto así, cabría pensar que cualquiera podría embarcarse en una aventura que a la mayor parte de los mortales nos parece inabarcable. Sebastián y Nadia confirman que es posible.

“Nosotros no teníamos experiencia previa, más allá de algunas tareas de bricolaje. Con voluntad y una formación adecuada, cualquier persona puede construirse una casa de paja. Así que lo recomendaríamos sin lugar a dudas”, aseguran.

Celia García y su marido, David, tardaron aún menos y se gastaron sólo 6.000 euros en su casa. Su primer contacto con esta forma de construir fue a través de una vecina.

“Vivía en una casa de paja y todo el mundo se quedaba asombrado por la temperatura tan agradable, dentro tanto en invierno como en verano”, cuenta. Aquello les animó a hacer lo propio. Al igual que Sebastián y Nadia, tenían “poca experiencia en construcción”, reconoce. Pero el resultado mereció la mena: “Completar cada paso nos fue dando confianza para enfrentarnos a cada reto”. Hoy están encantados con su casa. “Es extremadamente acogedora. El comentario de todo el mundo que la ve es siempre el mismo: ¡Qué fuerte!”.

Patricia Cebada es cofundadora de Taller Karuna junto a su pareja, Rubén Solsona. Desde allí organizan cursos como el que realizaron Sebastián y Nadie. “Aun siendo arquitecta, nunca se me pasó por la cabeza construirme mi casa con mis propias manos”, reconoce.

Hoy tiene claro que “la mayoría puede hacer una casa con balas de paja, siempre que cuenten con la formación necesaria para hacerlo y un mínimo de condiciones físicas. En ese grupo entran personas de todas las edades y mujeres. Incluso los niños suelen participar en algún trabajo. Porque es mucho más sencillo que hacerlo con otros materiales, y se requieren técnicas asequibles para no profesionales”.

Si tan fácil es, ¿por qué no hay más casas de paja en los pueblos y ciudades de España? “Es muy posible que la presión del lobby de ladrillo no deje entrada a la bioconstrucción”, lamenta Patricia.

Una circunstancia que parece estar cambiando. “Cada vez hay más personas interesadas en que el lugar donde viven sea sano y ecológico y más profesionales interesados en aprender y conocer estas técnicas. Además, desde Europa se están exigiendo cada vez más medidas para mejorar la eficiencia energética de las viviendas, y en este campo las construcciones con balas de paja cuentan con una gran ventaja sobre el resto. Por todo ello, en un futuro muy próximo podremos ver muchas más”.

Pero no sólo cabría pensar en pequeñas casas como las de Sebastián y Nadia. “Hay edificaciones de paja de todo tipo”, confirma Patricia. “No sólo pequeñas viviendas autoconstruidas, sino edificios públicos de grandes dimensiones como colegios, oficinas e incluso viviendas en bloque de siete plantas”. Eso sí, antes hay que luchar contra el estigma del cuento de los Tres Cerditos.

Publicidad