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EL CÓDICE MEDIEVAL MÁS MISTERIOSO

Crean una réplica exacta del misterioso Manuscrito Voynnich: un texto escrito en una lengua que no es humana

El Manuscrito Voynich, el códice medieval más misterioso que existe, está escrito en una lengua que no se parece a ninguna otra lengua humana y que ningún criptógrafo ha conseguido descifrar. Una editorial burgalesa, Siloé, ha conseguido hacer una réplica exacta del original que custodia la Universidad de Yale

-Manuscrito Voynich

Manuscrito VoynichAgencias

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Hay quién no ha entendido una palabra del ‘Ulises’ de Joyce, o de ‘Paradiso’ de Lezama Lima, o la obra de Faulkner… pero nadie, absolutamente nadie en la faz de la Tierra ha entendido el Manuscrito Voynich.

Este misterioso libro, datado en el siglo XV, a finales del medievo, está escrito en una lengua desconocida por todos los especialistas. Es una lengua marciana o élfica o alquímica, muy rara, y las imágenes que aparecen, de extraños animales y plantas, tampoco parecen ser de este mundo. Ahora, la editorial burgalesa Siloé, después de dos años de intenso trabajo, acaba de presentar una edición facsímil del códice más misterioso, el único que queda por descifrar de la Edad Media.

“Hay gente que dice que es un fake, que ha sido creado en épocas más recientes para desconcertar, y otra gente que dice que no es un fake, entre los que nos encontramos”, explica Juanjo García, editor de Siloé y director del Museo del Libro de Burgos, “a partir de ahí ya existen diversas teorías sobre su procedencia. Lo que está claro es que está datado en el s. XV y que debió ser creado en la zona de Centroeuropa”.

Una prueba de que no ha sido creado a la buena de Dios, es que este extraño lenguaje cumple la Ley de Zipf, la misma que cumplen el resto de lenguas humanas (no las inventadas, como el élfico de Tolkien o el klingon de ‘Star Trek’) y que dice que, en cualquier texto, la palabra más frecuente aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera, etc…

Esta ley empírica fue enunciada en 1940, así que quién escribió el texto no podía conocerla: el lenguaje del Voynich, a veces llamado voynichés, no es inventado. Sin embargo, numerosos y reputados criptógrafos, armados con las más potentes herramientas informáticas, han intentado descifrarlo sin ningún éxito.

El llamado Santo Grial de los libros raros resiste cualquier envite y la llamada ciencia de la Voynichología sigue estando preñada de misterios. Una de las mejores fuentes de información fiable sobre este libro es su web, mantenida por el especialista René Zandbergen, o el sitio de otro reputado especialista Stephen Bax.

El Manuscrito Voynich tiene 256 páginas, mide 22,5 por 16 centímetros y toma su nombre de Wilfrid Voynich, un librero anticuario de origen polaco que se lo compró en 1912 a los jesuitas de Villa Mondragone: desde el Renacimiento se había perdido la pista del volumen.

Ahora, hace 50 años que es custodiado en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos, en la estadounidense Universidad de Yale. Allí tuvieron que dirigirse los editores burgaleses para conseguir acceder al preciado original. “Hubo que convencer a la universidad de que era necesario tener una réplica del códice”, dice García, “por varias razones: para atender a las peticiones de préstamos desde diferentes lugares del mundo o, simplemente, por seguridad”.

No sabemos quién escribió el Voynich ni con qué finalidad ni en qué idioma. Lo único que podemos saber es lo que vemos que contiene, aún sin entenderlo. En varias secciones se suceden dibujos de plantas desconocidas (se ha dado en llamar ‘frankenplantas’ a las que parecen estar formadas con pedazos de otras), diagramas sobre las constelaciones zodiacales, mujeres desnudas tomando baños al modo de las ninfas, o una sección de lo que parecen ser recetas para fórmulas químicas o alquímicas.

Su naturaleza alquímica es, precisamente, una de las opciones que se proponen para explicarlo: el Manuscrito sería una receta cifrada para conseguir la Piedra Filosofal o el Elixir de la Eterna Juventud; sin embargo, no aparecen los símbolos alquímicos propios de la época.

Hay quien dice que el libro fue creado por un curandero para dar a sus clientes la impresión de que poseía unos saberes indescifrables y, por tanto, muy valiosos. Hay hipótesis descabelladas, como que tiene origen extraterrestre o que los autores escondieron ahí secretos avanzadísimos sobre la energía nuclear. Entre los posibles autores magos renacentistas como Roger Bacon o John Dee, o incluso la unión de varios autores.

La editorial está especializada en hacer ediciones facsímil de libros antiguos, como el ‘Códex Calixtinus de Salamanca’, ‘Vida y milagros de San Luis’ o el ‘Libro de horas de Luis de Laval’: son tan fieles que reproducen, en una mezcla de proceso industrial y artesanal, cada irregularidad en las cubiertas, cada mancha, cada rotura, son casi indistinguibles del original.

Del Voynich han hecho 898 ejemplares. “Para hacer esta especie de ‘fotocopia’, participan más de 20 empresas y profesionales diferentes”, dice el editor, “lo primero es sacar fotos de altísima resolución del original. Luego en cada libro hay que imaginar los procesos para llevarlo a cabo, teniendo cuidado de que ningún eslabón de la cadena estropee el trabajo del anterior”. Como explica, se trata de que cada volumen, fabricado con materiales recientes, “parezca que tiene cientos o incluso más de mil años. Es mucho más que vintage de los años 20, como se lleva ahora, es viejísimo”.

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