'MI VIDA EN ROJO KUBRICK'
El crimen familiar que marcó la vida de Simon Roy
'Mi vida en rojo Kubrick, del escritor Simon Roy, abraza sin pudor la crítica biográfica, narrando el brutal choque producido cuando la película que aterrorizó a miles de espectadores y su propia historia familiar se entrecruzan, provocando un juego de espejos estremecedor y profundamente personal.
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'Mi vida en rojo Kubrick' (publicado en España por Alpha Decay) no es un libro de cine. En su portada, en lugar de las archiconocidas gemelitas en traje azul, mirando fijamente desde el fondo del pasillo, deberían aparecer otras niñas: la pequeña Danielle y su hermana gemela, escondidas en un maizal tras tres días de terror.
Simon Roy, escritor y profesor de literatura canadiense, ha ido descubriendo a lo largo de su vida que el pasado de su familia está marcado por manchas del mismo color que da título al libro: Siendo su madre y la hermana gemela de ésta dos niñas de cinco años, presenciaron cómo su padre le reventaba el cráneo a martillazos a su madre.
Después, se ahorcó. Danielle y su hermana vivieron el resto de su infancia con sus abuelos, hasta que, a los catorce años, la hermana desapareció sin dejar rastro. Años más tarde, Danielle se casó y tuvo un hijo: Simon. El mismo Simon Roy que un día, a los diez años, vio por primera vez 'El resplandor', de Kubrick. La vería multitud de veces en los siguientes años, hasta el punto de convertirse en un experto en la película.
A medida que los crímenes y los misterios de su familia iban saliendo a la luz, Simon fue estableciendo, de forma inevitable, paralelismos entre el filme de Kubrick y las escalofriantes vivencias que habían marcado a su madre. Y fue precisamente el suicidio de ésta lo que ejerció de explosión final para que Simon Roy cerrase, de alguna forma, el círculo de sangre rojo Kubrick que atenaza y obsesiona sus pensamientos.
"Cuando tenía 16 años -cuenta Simon Roy- mi madre cometió un primer intento fallido de suicidio. Seguí viviendo con esa amenaza, colgaba sobre mí como una sombra oscura. Viví algunos años como si nada hubiera sucedido, tratando de hacer lo posible para que la existencia de mi madre fuera más soportable, intentando hacerla feliz. Es evidente que no fue suficiente, porque en el año 2013 al fin lo consiguió.
En 'El resplandor', Danny Torrance sale ileso del laberinto, dejando que su padre muera de frío después de una noche en la tormenta de invierno; cuando Danny sale del laberinto, se apresura a encontrarse con su madre, que deja caer el cuchillo y le abraza. En cierto modo, es Danny quien salva a su madre. Así que, a diferencia de Danny Torrance, no he conseguido derrotar a los demonios que amenazaban mi madre, por así decirlo. No he podido salvarla".
El desgarro absoluto de sus confesiones en algunos puntos del libro hace de 'Mi vida en rojo Kubrick' algo cercano a unas memorias íntimas, una bitácora del viaje por la angustia y la obsesión, pero también una carta de despedida escrita queriendo acercarse a la comprensión de una persona que ha vivido una vida anclada en un trauma a una edad muy temprana. E incluso, quizás, una especie de obra terapéutica, que nos hace partícipes del horror interno que ha vivido el autor.
"El suicidio de una madre da lugar a multitud de preguntas. Escribir este libro ha sido una distracción, algo que ha amortiguado el golpe y me ha ayudado a hacer frente a la realidad. El acto de escribir se ha convertido en un escudo que ha recogido algunos de los golpes. 'Mi vida en rojo Kubrick' actúa como una especie de filtro. En lugar de revolcarme en el dolor, he optado por estetizar el horror de su suicidio.
El arte, en este sentido, ha funcionado como transformador de la energía. Escribir este libro fue una reacción espontánea, un reflejo de autodefensa contra el vértigo del dolor que se me venía encima".
En cada comentario de Simon Roy queda claro que 'Mi vida en rojo Kubrick' es un libro de transformación del dolor, pero no un acto de sanación. La obsesión sigue intacta. Tanto la película de Kubrick como la muerte de su madre planean constantemente sobre sus palabras. "Al suicidarse -dice Roy, ahondando aún más profundo- de alguna forma, mi madre me llevó a encontrarme a mí mismo por escrito. Con la elección de acabar con su propia vida, mi madre me ha dado involuntariamente a luz por segunda vez, esta vez artísticamente. He podido comprender muchas cosas".
'Mi vida en rojo Kubrick' es una obra nacida de la pura necesidad del intento de acercarse y mantener próximo a alguien que ya no está. "De alguna manera -confiesa Roy- este libro me permite mantener a mi madre conmigo más allá de su muerte. Irónicamente, mientras que ella quería irse de este mundo, yo he introducido su historia en la mente de miles de personas. Mi madre nunca ha estado tan viva para tanta gente como después de su propia muerte". Sin embargo, la escritura del libro ha sido tortuosa para su autor. "Escribir no me parece una experiencia feliz. Escribí el libro muy trastornado, como si quisiera retener a mi madre de forma desesperada. Hay capítulos del libro que aún no puedo leer porque las lágrimas me impiden ver nada".
Al leer las respuestas de Simon Roy y sentir mi propia inquietud, no puedo evitar imaginar un aula canadiense llena de alumnos completamente aterrados ante lo que les relata su profesor. Pero Roy reconoce que es muy discreto a este respecto: "Cuando analizamos 'El resplandor' en clase jamás se me ocurre contar nada de mis visiones personales con la película, ni a comentar nada de mi libro. Algunos de mis estudiantes conocen el libro o lo han leído (a veces sin saber que lo ha escrito su profesor). Sin embargo, me gusta mucho ir a otros colegios cuando me invitan a hablar con los estudiantes acerca de mi libro. Las preguntas que los estudiantes hacen son siempre las más audaces, espontáneas y auténticas que me ha hecho".
Sin embargo, Roy confiesa que sí que hay momentos en los que, durante las clases en las que proyecta y analiza la película, su propia identificación con la historia le deja literalmente sin habla: "A pesar de haberla visto y tratado tantas veces en clase, nunca he podido comentar la película a mis alumnos durante la fase de expedición del laberinto. Son demasiadas las emociones que fluyen en ese momento. Tengo que permanecer en silencio durante un rato. Desde la muerte de mi madre es aún más difícil ver esta escena. Veo a Danny y a su madre, listos para salir de su tragedia familiar. Y siento que yo no pude conseguir lo que sí consigue Danny. Siento que fallé. Creo que esa fragilidad siempre va a permanecer en mí".
El resultado final de todo este esfuerzo es un laberinto de espejos en el que se reúnen las pesadillas de la película de Kubrick y los episodios más dolorosos de una vida marcada por la tragedia. Roy siente que no había otro camino posible: "En retrospectiva, pienso, que este proceso era necesario para mantener a raya a mis demonios. No había otra manera".
Al final del último mail que me envía, Simon, amable y cordial, me pregunta si vivo en Madrid y qué tiempo hace en mi ciudad. "Aquí, en Québec -me escribe- hace mucho frío y nieva. Aún falta para la primavera". Acompaña su comentario con una fotografía panorámica de un paisaje nevado. Un reguero de pasos sobre la blanca nieve guían la mirada hacia un caserón de madera escondido entre unos pinos. Le respondo que en Madrid hace un sol radiante y nada de frío.
Más tarde me pregunto por qué le he dicho eso, si hace un día desapacible y lluvioso. Quizás por añadir unos rayos de luz y compensar el estremecimiento que he sentido al ver en su foto la gran casa de madera y las pisadas en la nieve, e imaginar, en un flash, a un pequeño Danny Torrance buscando desesperado a su madre alrededor del hotel Overlook sin poder encontrarla.
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