@BECARIA_
Cuando tu pareja quiere algo más y tú pasas
Irse a vivir juntos, casarse, tener hijos y otros problemas a los que se enfrentan las parejas.
Publicidad
Cuando todo parece ir normal en tu relación de pareja, lo cual ya es mucho pedir en estos tiempos de taras sentimentales y minusvalías emocionales, va tu novio o novia y te suelta un deseo inesperado y no precisamente sexual, sino vital: que quiere "algo más". Estas cosas suelen caer como un jarro de agua fría y la resolución pocas veces es satisfactoria; sales corriendo o cedes a sus anhelos y acabas amargado de la vida, a veces con algún que otro cargo irreversible.
Ir a vivir juntos
No lleváis ni medio año de relación y ya te quiere atar en corto bien atado en su madriguera o te da la turra todos los días con las alertas que le llegan al mail de los pisos de alquiler disponibles en vuestra zona con la intención de convencerte para iros a vivir juntos. Te salen canas antes de tiempo. Te agobia, no acepta que tú no quieras ir tan rápido o no te apetezca más que salir los fines de semana al cine, de bares hasta la 1 de la madrugada y a casa a follar. Ante una situación así, no queda más que la resolución natural del fracaso irreversible de "tú a Móstoles y yo a Benidorm", y colorín y colarado, se acabó.
Presentación familiar
El declive de muchas parejas se presenta cuando una parte decide que el noviazgo va lo suficientemente en serio como para dar el paso a las presentaciones familiares que dicta el libro de la vida. Tú, que estás encantada con vuestro rollo y no necesitas conocer a sus padres, abuelos ni primos para mejorar vuestro amor, no lo ves claro, sobre todo después de las historias que él te ha contado sobre su familia, en la que el único que parece normal es el perro. Después de ceder por no discutir y penetrar en su árbol genealógico, la madre se entromete en lo vuestro y firmáis la necrológica de vuestra unión con una lección bien aprendida: una relación solo es cosa de quienes forman parte de ella.
¿Y la boda pa' cuándo?
Es la obsesión más habitual de la gente para formalizar la relación: casarse. Sobre todo cuando alguna de las partes siente en sus carnes la decrepitud de la vida. ¡Como si estar juntos sin firmar papeles fuese menos serio o los sentimientos tuviesen menor categoría! Aquí la resolución la tenemos más que vista: muchos acaban cediendo y ya nada puede ir a peor después de adquirir esos compromisos en pareja sin ganas, con una nueva familia que no interesa y con otros planes que parecen obligatorios una vez que sois "pareja de verdad": citas familiares carentes de interés, planes soporíferos y ganas de morir. El divorcio os hará libres, felices y con toda una nueva vida por descubrir entre los contactos de Facebook y las apps de citas para carcamales exigentes.
Tener hijos
El culmen del libro de la vida es tener hijos porque a uno se le antoje o ambos sientan la presión social de la procreación. Ya tenéis una edad, se os pasa el arroz, el asunto de la fertilidad ha iniciado la cuenta atrás, los óvulos y los espermatozoides se pochan, y no vais a iros de la vida sin dejar descendencia aunque os fastidie del todo la existencia; este es el segundo error universal después del matrimonio sin ganas, con la diferencia de que aquí ya te queda un compromiso para toda la vida y, más pronto que tarde, florecerán las diferencias que llevarán al traste vuestra relación si no decidís continuar con ella por convención.
Conocer a su familia, ir a vivir juntos, casarse o tener descendencia, no serán mejores opciones que irte por tu camino sin miedo a morir solo y "adiós muy buenas".
Publicidad