“Nos encanta expresarnos con la ropa, pero la moda es un circo”
Las Culpass son las culpables de que las pistoleras se estén poniendo de moda
Popularizaron las pistoleras como complemento de moda y hoy exploran las posibilidades de enhebrar el feminismo en la costura. Las Culpass son Alexandra Cánovas y Martaé Martínez, dos diseñadoras murcianas que tratan de vivir dignamente de una marca irónica y subversiva, un proyecto en el que confluyen el punk, las raves, el macarreo y las prendas de segunda mano.
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¿Qué opinan Las Culpass del feminismo mainstream en la industria textil? ¿Cómo convive su proyecto contracultural con la exposición mediática que les brindó Ana Pastor? ¿Cuándo fue la última vez que pisaron una tienda de Inditex?
Como un grupo de punk que se marca un jitazo y acaba sonando hasta en la verbena de tu pueblo, así despegaron Las Culpass, un binomio de diseñadoras murcianas habituadas a transgredir los estereotipos de género en la costura. Su primer cañonazo al corazón de la moda fueron las pistoleras, complemento relativamente habitual en nichos alternativos y rediseñado para copar círculos más amplios. Hoy es difícil no cruzarse con estas pistoleras en los festivales más multitudinarios de España.
¿De dónde sale el complemento? “La pistolera ya existía, la solíamos ver en los ambientes de punk y garaje en los que nosotras nos movemos, pero le dimos un giro para convertirla en algo más práctico. La idea surgió a raíz de encontrar una cazadora vaquera en la basura y querer reutilizarla”, cuentan Alexandra Cánovas y Martaé Martínez –diseñadoras de Las Culpass– al otro lado del teléfono. “También era una manera de vender online sin tener que fabricar diferentes tallajes. Las pistoleras son unisex y tienen talla única, de modo que nos ha facilitado la comercialización durante los primeros pasos de la empresa”, añaden.
Las limitaciones lógicas de un negocio pequeño han definido buena parte de la estrategia productiva de la firma, que desde primera hora decidió crecer de espaldas a la lógica financiera seguida por muchas startups: “Evitamos endeudarnos porque no sabíamos a dónde iba esto; estuvimos vendiendo en mercadillos y cuando ahorramos dimos el salto a un modelo más profesional. Ahora ese modelo lo adaptamos en función de lo que podemos hacer y el tiempo que podemos dedicar. Aunque vivimos de esto –estamos lejos de cobrar un salario digno de jornada completa–, no estamos todo el día del taller. Una de las condiciones del proyecto era no esclavizarnos a nosotras mismas”, cuentan.
El tiempo, su día a día lo invierten en atender una tienda en el centro de Murcia, otra online, gestionar las redes sociales y diseñar la colección anual. Tras colecciones como ‘Fuerzas Armadas’, ‘Extinción Dinosaurios’ o ‘CMYK’, Las Culpass saldrán al mercado en octubre con un trabajo de marcado carácter slow fashion: “La nueva colección estará elaborada a partir de tejidos y telas que nos han sobrado de otras colecciones o que nos han ido dando. La gente nos da ropa, nos la trae al taller o nos la hace llegar mediante correo postal. En el taller tenemos un contenedor de reciclaje después de muchos años hemos juntado tanta como para crear una colección completamente reciclada”, adelantan.
Será de nuevo una colección pegada a la calle y deudora de las referencias suburbanas que suelen marcar los patrones de las diseñadoras: “Nosotras jugamos con la ironía, la irreverencia, el macarreo; nos gusta la cultura underground y fanzinera, la punkarra, la festivalera, beber litros en el parque e ir de raves. También nos gusta el sentido del humor y, aunque denunciamos ciertas cosas que no nos gustan, intentamos hacerlo siempre con un punto de cachondeo”, declaran Martaé y Alexandra a la vez que se dicen contrarias al purismo de sus referencias: “El punk hoy está en muchos sitios que no tienen por qué ser la típica postal”.
¿Es la moda el nuevo punk? Va a ser que no: carece de distancia irónica. “Hay gente que se toma la moda muy en serio y a nosotras nos parece un circo importante. Mola un montón vestirse y nos encanta expresarnos así, pero muchas veces se toman más en serio la moda que temas de verdad importantes. Piénsalo: no hay demasiadas revistas que hablen sobre el cambio climático y los problemas del medio ambiente, pero sí sobran las publicaciones enfocadas en temas relacionados con la moda”.
Las Culpass no han necesitado la exposición que brindan estas revistas para hacer crecer su carrera, pero sí contaron en su día –de manera insospechada– con un altavoz de proporciones industriales. En las horas previas al debate electoral de abril, la periodista Ana Pastor conectó con ‘Al Rojo Vivo’ vistiendo una camiseta que rezaba ‘Feminist Fighter’. La camiseta fue muy celebrada en las redes sociales. Era de Las Culpass. “Nosotras no se la mandamos. Se la compró y se la puso porque quiso. Eramos tan cafres que no utilizábamos Twitter y nos enteramos tarde, así que apenas pudimos hacer frente al aumento de la demanda –leve– porque no habíamos tenido tiempo de aumentar el stock”, cuentan las diseñadoras.
Las murcianas celebran la repercusión de su ropa –”hemos trabajado por cuenta ajena y no nos apetece, queremos seguir viviendo de la marca– y aplauden la expansión del feminismo cultural, pero al mismo tiempo afean la apropiación capitalista: “Si bien es importante que se hable del movimiento, hay quien cree que comprándose una camiseta en Zara que diga ‘Todas deberíamos ser feministas’ ya tiene el trabajo hecho. Luego venimos nosotras hablando un poco más claro y más explícito y parece que seamos unas radicales. Cuando una gran empresa coge cualquier cosa, la acaba volviendo capitalismo vacío”, reflexionan.
Ellas rebasan los eslóganes sobreimpresos y llevan el feminismo textil a la fase productiva, favoreciendo mecanismos y mensajes igualitarios de la costura a la comunicación en redes sociales. “Construir una marca feminista se traduce en que tenemos en cuenta las personas con las que trabajamos, sus valores y si va a qué queremos transmitir. Intentamos hacer equipo con chicas en todas las patas del negocio –fabrican en su taller ubicado en el centro de Murcia y en un taller de dos mujeres en Molina de Segura– y utilizamos fórmulas como el lenguaje inclusivo”.
También son inclusivos sus desfiles, más pensados para los barrios que para las pasarelas. Si les piden elegir a quién vestir, se quedan con sus vecinos: “Nosotros llevamos unos cuantos años haciendo nuestros propios desfiles con gente que conocemos, con gente de a pie. Nos gusta vestir a una diversidad de cuerpos. En el Mad Cool, por ejemplo, nos dieron la oportunidad de llevarnos a nuestro propio equipo de gente que no eran modelos profesionales y eso se nota en el espectáculo que ofreces. Aparte sería muy contradictorio tener el mensaje de inclusión que tenemos y vestir solo a chicas muy jóvenes, muy altas y muy guapas”, añaden las dos diseñadoras.
Sería incoherente, y en lo relativo al look Alexandra y Martaé parecen tener las cosas muy claras. Las murcianas que popularizaron las pistoleras llevan años sin pisar una tienda de Inditex y acostumbran a vestir diseños propios, gangas de mercadillo y prendas de segunda mano. El inmenso universo de posibilidades que el contenedor de su taller puede ofrecerles.
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