LOS CASOS DE HARVEY WEINSTEIN, WOODY ALLEN Y BILL COSBY
¿Debemos despreciar el legado de los artistas acusados de delitos?
Podemos hacer algo mejor: utilizar las películas para descubrir la forma en que creadores como Woody Allen, Bernardo Bertolucci o Roman Polanski aprovecharon sus privilegios como hombres no solo para estar donde están, sino para cometer los delitos que cometieron. El arte siempre estará ahí, pero podemos usarlo para dejar en evidencia al Hollywood misógino.
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Hollywood está en pie de guerra. Los testimonios que confirman que el productor Harvey Weinstein ha sido un agresor sexual irredento a lo largo de más de tres décadas han puesto de manifiesto no solo una de las carreras delictivas más infames de la Meca del cine, sino la forma en que la industria y los medios lo han ocultado durante años.
La polémica ha coincidido con la denuncia de la cuarta mujer que acusa a Roman Polanski por violación, así como la detención del rapero Nelly, y no muy lejanos recordamos los mediáticos casos de Chris Brown, Bernardo Bertolucci, Woody Allen o Bill Cosby. Está claro que la fuerza de la ley debe caer sobre ellos con el peso necesario. ¿Qué hay, eso sí, de su legado creativo? ¿Cómo debemos valorarlo?
Estamos ante uno de los debates más antiguos de la cultura popular. ¿Debemos separar al hombre del artista? En realidad, es imposible, ya que la imagen pública de esos creadores se ha puesto en cuestión por sus propios actos, y deben responsabilizarse de ellos.
Eso no es motivo para que su trabajo caiga en el descrédito o en el olvido, pero sí para recordar que han sido aplaudidos por un sistema misógino. Algunos de los nombres anteriores son genios de su profesión, pero se han beneficiado de sus privilegios masculinos no solo para estar donde están, sino para cometer los delitos que han cometido. ¿Les habrían aupado la industria y la crítica de no ser hombres? ¿Habrían agredido impunemente a tantas mujeres si no lo fueran?
'Manhattan' y el ejemplo de Woody Allen
Tras este primer paso, el de reconocer que el gremio de los críticos culturales es machista y que ha ignorado la voz de muchas mujeres tanto como reconocido la de estos hombres, llega el de revisitar sus obras para descubrir si apoyan o no esta estructura de desigualdad.
De los últimos casos, el de Harvey Weinstein es más problemático (se trata de un mediador entre el director y el público, no tiene una marca creativa), pero uno reciente nos sirve a la perfección. Bernardo Bertolucci, director de películas como 'Soñadores', convenció a Marlon Brando para agredir sexualmente a Maria Schneider en el rodaje de la mítica escena de la mantequilla de 'Último tango en París', en 1972. La actriz sufrió adicción a las drogas y un intento de suicidio.
Cuando recordemos que 'Último tango en París' es un hito de la historia del cine por su retrato de la sexualidad, recordaremos también que es así a costa de la integridad física y la salud emocional de una mujer. La crítica Alyssa Rosenberg, del 'Washington Post', realizó un ejercicio similar hace unos meses, cuando Woody Allen fue acusado de abuso sexual por Dylan Farrow, hija de Mia Farrow; el director hoy está casado con Soon Yi-Previn, también hija de la anterior.
Si hacemos un sencillo repaso a la filmografía del cineasta, vemos que en 'Manhattan', de 1979, una de sus obras más aclamadas, su personaje tenía una relación con una adolescente. La actriz que la dio vida, Mariel Hemingway, reconoció después que además intento seducirla.
Ajustar cuentas con los héroes caídos
En su momento aquello pasó como una extravagancia creativa; hoy cobra un sentido especial. La que propone Alyssa Rosenberg es tal vez la decisión más inteligente al respecto: respetar el arte, las cintas de Woody Allen, y tomarlas como un documento para explorar la personalidad del creador neoyorquino en particular, y el poder de la industria y de los críticos en general.
Las películas ya son parte de la historia, y siempre estarán ahí, pero podemos utilizarlas para dejar en evidencia al Hollywood misógino que aún existe. Hacer un revisionado de la carrera de aquellos a los que una vez admiramos y cuyos actos ahora nos horrorizan es una especie de duelo, además. Ajustamos cuentas con los héroes caídos y con el patriarcado que los aupó.
Para terminar con esa idea, la del héroe caído, el ejemplo más útil es el de Bill Cosby, hoy en juicios por haber agredido sexualmente a más de 35 mujeres. El productor, responsable de una serie tan icónica como 'La hora de Bill Cosby', ha sido siempre una figura controvertida para la comunidad negra: hay quien considera que garantizó el acceso de los artistas negros en la pequeña pantalla, así como la representación del colectivo; otros creen que cedió al modelo de la familia blanca acomodada y que "vendió" la cultura negra.
Sin embargo, la acusación por todos esos delitos fue su caída en desgracia definitiva. ¿Cómo se vive en los hogares negros de Estados Unidos el recuerdo de Bill Cosby? Repensar su legado debe de ser un agridulce luto.
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