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Todos somos un poco cuñados

Si dices y haces estas cosas, es posible que te hayas convertido en un cuñado (y lo sabes)

El cuñadismo está de moda. Todos los días lo usamos para referirnos a un político, un famoso, un amigo, etc. Sabemos identificar a un cuñado cuando, por ejemplo, éste opina obre cualquier tema y cree que siempre lleva la razón. El problema es que tú también lo haces porque tú también eres un cuñado.

-El 'efecto Dunning-Kruger' o la insoportable arrogancia del cuñado incompetente

El 'efecto Dunning-Kruger' o la insoportable arrogancia del cuñado incompetenteWikimedia Commons

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Todos somos un poco cuñados, es una realidad. Es algo inherente al ser humano, y más concretamente, al género masculino, a quien va dedicado este artículo. Cuñado, una palabra cada vez más usada y por lo tanto cada vez mejor usada. Y pese a que forme parte de nuestro vocabulario diario, el problema surge cuando nos preguntan qué es un cuñado. Podemos señalar a quienes creemos que lo son, pero nos cuesta una barbaridad decir qué son.

Hasta hace un tiempo el cuñado era el novio o marido de mi hermano o de tu hermana. Alguien que de repente aparecía en la vida de una familia y que hacía todo lo que estaba en sus manos para integrarse y llevarse bien con todos. En la cultura machista el cuñado es ese muchacho que, siempre que estaba delante de su futuro suegro hacía lo imposible para convertirse en la mejor versión de sí mismo frente a la mirada fría e implacable de un señor que sabía que cada noche ese muchacho profanaba la inocencia de su princesita.

En un giro de 180º en el que no vamos a entrar, a día de hoy, un cuñado es la representación de lo más rancio, retrógrado, anticuado y un montón de sinónimos más. Por no decir que un cuñado también es sinónimo de carca y carroza, de anti-cool y anti-guay.

Y no me estoy refiriendo estrictamente a la edad, puedes ser un anciano y el tipo más molón del mundo. De hecho, conozco a millennials perfectamente camuflados socialmente que en realidad están en el Top Ten del cuñadismo. Otro rasgo del cuñadismo es la ideología, que suele tender hacia la derecha, aunque todos conocemos un montón de cuñados cuyo comportamiento cuñadil trasciende la ideología, pero claro, siempre es más fácil asociar lo rancio, retrógrado y anticuado a la derecha que a la izquierda, todo un clásico made in Spain.

Al margen de la edad y la ideología, el cuñado en realidad es un ser complejo y poliédrico. Todos en los que estáis pensando ahora mismo tienen rasgos diferenciadores y a su vez son unos abanderados de eso que podríamos llamar esencia cuñadil.

Por ejemplo, siempre llevan la razón, aunque se equivoquen, da igual, aunque vean lo evidente de su equivocación, da igual, siempre se las ingeniarán para llevar la razón. Y siempre creerán que llevan la razón porque los cuñados lo saben absolutamente todo, se ven a sí mismos como una especie de dioses.

Da igual que seas médico, cocinero o abogado, no te esfuerces, ellos lo saben todo sobre medicina, cocina y derecho, aunque sean taxistas. Pero mejor no nos adentremos aquí, porque más del 50% de nuestros cuñados nos lo encontraremos en el sector del taxi. Y hablando de coches, otro tanto por ciento importante de nuestros cuñados se oculta en Forocoches.

Si quieres ser un cuñado Premium en España es importante creer que controlas más de fútbol y de política que Guardiola y Anguita. Y al final todo se reduce a una filosofía de barra de bar basada en un puñado clichés en los que la intolerancia y el desconocimiento ponen su granito de arena. Y nunca intentes llevarle la contraria a un cuñado (este es otro de sus rasgos más reseñables), ni te esfuerces, creerán que los estás retando y te contestarán con enfados y ataques.

Todo lo sucedido en política en los últimos tiempos ha servido como revulsivo para que el cuñadismo de las 2 Españas campe a sus anchas. Izquierdas y derechas, cada uno con su perorata. Todos hemos puesto cara de sorpresa e incluso perplejidad al escuchar según qué cosa de según qué persona.

Uno de los hits cuñadiles que más odio es cuando, en un tono condescendiente, te dicen frases como: “yo ya estoy de vuelta de todo” o “cuando tú quieras ir yo he ido y he vuelto”. No lo soporto. Ese concentrado de desilusión y falta de ambición vital escupido como si se creyeran Jean Paul Sartre y tú un simple estudiante, me cabrea y me violenta.

Lo peor de todo es que todos nos reconocemos en alguno o en varios de estos párrafos. Todos intentamos que ese Mr. Hyde no nos domine o que lo haga lo menos posible. Pero, y por seguir con Stevenson, somos: “Las dos provincias del bien y del mal que componen la doble naturaleza del hombre.”

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