@BECARIA_
Donde hay pelo genital, no hay alegría
Becaria escribe sobre el candente debate del vello genital en la mujer.
Publicidad
O sí. Depende. El candente debate del vello genital en la mujer es un tema que a veces escuece, y tiene mata y patata para todos los gustos, opiniones y opciones.
Hace unos días recibí en una red social la mención de una señora con cierto histerismo llamando "tontas" a las mujeres que se depilan los bajos fondos, insultando y acusando de estar haciéndole juego al machismo. Sobra decir que esta persona en cuestión no debía de estar en sus cabales y el bloqueo fue la mejor opción, pero por culpa de tales averías y su difusión sin filtro, ni ton ni son, hay quien piensa que el feminismo es sinónimo de ir con el cuerpo con más pelos que Chewbacca y de lanzar improperios a quien no piensa como tú.
Depilarse la mata púbica se popularizó, por última vez, con el porno hace cincuenta años y se extendió hasta hoy, a todos los ámbitos, la tendencia de ir con el monte de Venus con apenas pelo, con bigotillo, con formas horteras o más deforestado que un bosque del Amazonas tras un devastador incendio. Tenemos todos los sistemas de depilación, unos más efectivos, dolorosos y caros que otros, a disposición de nuestros coños, a punta de pistola láser o tirón de cera con algún lagrimón incontenible. ¡Sí, el heteropatriarcado nos oprimió! Ayer eran más sus gustos heterosexuales, hoy los nuestros. El sufrimiento es relativo y la aniquilación definitiva del vello en muchos casos es más una cuestión de bienestar personal que de darle el placer a ningún hombre, pero eso ya es una valoración que debe hacer cada una. Y si al tipo de turno le gusta tu feliz entrepierna, ese doble gusto que te llevas.
Lo cierto es que amputarse el pelo corporal, no exclusivamente el genital, es algo que se ha hecho en diferentes civilizaciones y culturas a lo largo de siglos y siglos de Historia por diferentes motivaciones, como son la comodidad, la higiene y la estética, en hombres y en mujeres. Que en Occidente se retomara esta costumbre a raíz del porno como una "coacción sexual heteropatriarcal" derivada del deseo del hombre consumidor de "material cochino clandestino", desde la revista de quiosco casi prohibida hasta un video amateur accesible hoy día en cualquier plataforma de videos porno gratis, no implica que la depilación sea necesariamente por esa presión, y tenemos todo el derecho del mundo a apropiarnos de ello si nos sentimos cómodas, si nos excita, si nos va bien para evitar el enquistamiento de pelos, si es más cómodo para hacer deporte, para evitar picores innecesarios o si nos da más placer al masturbarnos, al follar en una primera cita, con el novio de toda la vida o en una orgía. El abanico de motivaciones me parece mucho más amplio y maduro que decidir no hacerlo simplemente porque es un "mandato del patriarcado".
Diría que la clave está en pararte contigo misma con la mano en el coño y preguntarte: ¿me he depilado para mí, por mi bienestar y comodidad, o exclusivamente para agradar a Manolo? ¿Cuál es principal motivación de mi depilación; sus gustos o mi satisfacción?
Porque no se trata de estar menos cómoda contigo misma con tal de no atraer a ningún macho con el piloto encendido por los pubis despoblados. Además, cada día asoma la pata más amante de los matojos. ¿Qué hacemos? Pues, querida, está claro: que tu decisión sea la que te salga a ti del coño.
Publicidad