ENTREVISTA
La elegancia costumbrista de Whit Stillman
El director de 'Damiselas en apuros' nos recibe en Madrid para hablar de su última película, 'Amor y amistad', basada en una obra de Jane Austen. Charlaremos sobre las claves que le han colocado como uno de los nuevos directores de culto.
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En el salón de un clásico hotel cercano a la Puerta de Alcalá de Madrid, el director Whit Stillman (Cornwall, Nueva York, 1952) toma una taza de té pasadas las cinco y media de la tarde. Está presentando 'Amor y amistad' (basado en la novela 'Lady Susan' de Jane Austen), su nueva película después de 'Damiselas en apuros' (2011). Entre tanto, se ha dedicado a trabajar en guiones para televisión pero siempre con el punto de vista costumbrista de 'Metropolitan' (1990) y 'Barcelona' (1994) aplicado a otro tiempo, pues aunque el traje cambie, la piel sigue siendo la misma. Del siglo XVIII al siglo XXI, donde los seres humanos, sean actores o no, siguen comportándose de la misma manera.
¿Cómo alguien como Lady Susan Vernon, de entorno clasista y adinerado, se mueve en entre tantas envidias?
Bueno, ella no pierde el tiempo en tener envidias. No es lo que le preocupa porque, en realidad, lo que quiere es dinero. Se ha gastado todo lo de su ex marido muerto, así que es una viuda sin dinero. Y sí, había resentimiento. Intentó que Charles Vernon no se casara con Catherine DeCourcy Vernon para que no se pudiera quedar con el castillo de la familia Vernon, por eso ellos se compran la casa en Churchill. Allí está su cuñada, la cual no ha conocido nunca.
La película parte de una novela inédita de Jane Austen -titulada 'Lady Susan'- que no quiso publicar porque le parecía... ¿amoral?
Sí. Quizá, no había llegado el momento de reescribirla a su gusto, porque murió muy joven -con cuarenta y un años- de tuberculosis, pero tenía proyectos para escribir la novela de nuevo. De no haber estado enferma, en uno o dos años pudo haberla terminado como ella quería. En la vida real, además, una mujer igual de guapa que Lady Susan, Liza, francesa, sedujo y se casó con el hermano favorito de Jane Austen. Tal vez fue un poco difícil publicar esa novela debido a que habla un poco de ella.
Pero sin ser autobiográfica.
Claro. Tenía elementos de la vida de su entorno. No de ella, pero sí de su vivencia personal.
¿Ha tratado, con la película, adaptar la historia de Jane Austen a esta época?
He intentado adaptar la novela con la película. Admiro mucho el siglo XVIII. Ellos, claro, no pueden aprender nada de nosotros pero nosotros sí podemos aprender de ellos. Es muy interesante esa época.
Comentó que hizo la película mientras tenía otros proyectos...
El problema de los libros cuando se adaptan es que tienen un copyright. Eso, normalmente, hay que comprarlo, y con mi ritmo de trabajo tardo mucho en saber qué hacer. Cuando empecé el proyecto, todavía no estaba correcto ni estaba bien, pero quería continuar. En este caso, no había que pagar derechos pero mi idea era esconderlo y esperar a que nadie más lo hiciera. No era ningún encargo ni tenía ningún productor que metiera dinero; quería que fuese un proyecto mío, pero cuando no tuve ningún proyecto ni ninguna película por hacer, pude conseguir el dinero gracias al guión que había preparado para un proyecto de televisión. Tuve tiempo para dejarlo crecer con energía.
Entiendo que la película es un trabajo bastante más personal entonces, ¿no?
No. En realidad necesitaba tiempo para hacer bien el trabajo de adaptación. Tenía la ventaja de algo bueno que existía pero también el peso de algo con un pasado que iba a tener otro futuro. Había que escribir las conversaciones de nuevo y rellenar todos los espacios que había. Piensa que es una obra epistolar, así que hay un solo enfoque y la visión que cada persona tiene de los eventos. O sea, no tiene una narrativa que explique todo. Lo bueno de eso es que hay mucho material de la voz de cada personaje (lo que hablan en sus cartas, sus opiniones, pensamientos, planes, intenciones, críticas...). Otro problema son los personajes que no escriben pero que tienen que aparecer, como Sir James Martin, que es clave en la historia. No escribe cartas porque quizá no puede escribirlas, así que lo que hicimos fue montar los diálogos de Sir James Martin por lo que hablaron Alicia Johnson y Lady Susan en sus cartas. En una carta de Catherine, por ejemplo, ella escribe sobre la aparición de Sir James Martin a Churchill contando cómo eran sus manías y sus excusas, pero no dice cómo es su llegada a Churchill, sino que dice que ha llegado y ya está, sin detalles. Los expertos de la obra de Jane Austen hablan de esa carta de Catherine como ejemplo de lo cómodo que era el formato epistolar para ella.
Supongo que eso tendría su complicación a la hora de seleccionar actores...
Para hacer los castings tuve que pensar mucho en lo que había escrito porque incluí nuevas secuencias y partes nuevas. El actor Tom Benett, en ese caso, hizo muy bien su trabajo. En la lectura del guión, con todos los actores, tuvimos a Tom presente a través de Skype ya que su parte era diferente. Tuve, además, que inventarme un baile y una secuencia en la que Frederick Vernon iba a la iglesia para hablar con el sacerdote sobre si él estaba siguiendo o no los mandamientos. En realidad no existía esa parte en la novela, pero quería meter la secuencia, por lo que tuve que hacer el casting para encontrar a un joven sacerdote (muchas cosas nuevas las escribí antes y durante el rodaje). Para el final de la película tenía un poema extraído de un libro del siglo XVIII de un general la Guerra de la Independencia. Este poema lo leyó el mejor amigo de éste en su boda y es el mismo que lee Reginal De Courcy en la película. Fue una locura escribir y cambiar durante la película para que funcionara, pero hemos tenido mucha suerte. También ha ayudado el hecho de haber tenido tanto tiempo y haber mostrado el guión a tantos expertos, sobre todo por la forma de hablar que había en el siglo XVIII.
Los personajes, según van apareciendo en la película, son presentados uno a uno. Imagino que esto sería para facilitar el desarrollo de la historia.
Sí. Pero hay un pequeño problema con eso: los espectadores pueden pensar que hay que seguir todo el texto. Por eso es rápido, porque no hay tiempo para mostrar quién es quién. Damos una idea, pero hay que dejar que las palabras... fluyan. No hace falta seguirlas, y si captas algo, pues bien. Cuando estaba buscando financiación, una amiga me comentó que estaría bien tener en el guión una descripción de los personajes. Durante el rodaje, en el castillo de los Vernon, utilizamos una grúa para rodar algunas escenas. Una de ellas consistía en mostrar a uno de los personajes, como retratos, pero terminamos a la tercera toma y todavía teníamos tiempo hasta la hora de comer. Como eran las once y la comida era a la una, pensé en hacer la presentación de cada personaje en ese espacio de tiempo, como dijo mi amiga. Además, hacía viento, así que aquello lo hacía más romántico. Dos días después, en la sala de montaje, el montador le puso de fondo y al principio la música de...
¿'La naranja mecánica'?
Exacto. Pero yo no hablaba de la música de las películas de Kubrick, porque en 'La naranja mecánica' es electrónica lo que suena. Pero tenía esa idea.
La película, en ese momento del comienzo, empieza con esta frase: "Si ni hubiera sido por Langford... qué felices habríamos podido ser". Pienso que la frase resume la película y su humor negro.
Sí, humor negro. También hay algo de romántico y de nostálgico en ello, pero en nuestra película es un poco exagerado. Casi al final de la película, cuando Reginal tiene una desilusión con Lady Susan, él llega a la casa, en Londres, y dice esa frase también. Pensé que estaría bien ponerla al principio y al final, sobre todo en esa secuencia de confrontación.
Kate Beckinsale y Cloë Sevigny vuelven a coincidir. La vez anterior fue en 'The last days of disco', en 1998. De hecho, Cloë era Alice en esa película, nombre que repite en 'Amor y amistad' al interpretar a Alicia Johnson.
¡Curiosísimo! No había pensado en ello. ¡Ni nadie! Es casualidad. Pero el nombre es por otro motivo. En este caso son dos papeles distintos; en uno hace de una mujer nerviosa y en otro es la que cuida de Lady Susan. Pero nunca había pensado en ello. Como te decía, es casualidad.
¿Se entusiasma cuando comienza a preparar un guión y se acaba cansando durante el proceso?
Bueno, yo no quería que la película tuviera las mismas notas todo el rato. Quería que tuviera más personajes y que las secuencias no fueran tan largas, como un sketch-comedy o una comedia inglesa. Sir James Martin, Charles Vernon, Lady Lucy Manwaring... son un poco de las sketch-comedy, pero caben muy bien en una película de época. Es la misma tradición teatral.
Costumbrismo al fin y al cabo.
Sí. Pero aunque aquella época esté lejos, nosotros seguimos en el presente. Es correcto pensar que la gente se comporte ahora como se comportaba en esa época. Es verdad que la ropa no es la misma, pero los actores sabían que tenían que estar en el siglo XVIII y no acentuar ese comportamiento de manera artificial. Tenían que ser naturales.
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