@BECARIA_
Un enfermero nos cuenta los accidentes sexuales más raros que se ha encontrado en urgencias
Becaria habla con un enfermero de la sanidad pública que le cuenta los accidentes sexuales más comunes por los que la gente acaba en urgencias.
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En una ocasión me dijo un sanitario de un hospital madrileño: "los celadores somos los que menos pintamos en las Urgencias, pero quienes de más cosas nos enteramos". Por aquel entonces, me contaba día sí y día también, los accidentes sexuales que iban pasando por aquellas puertas giratorias de la sanidad pública hacia la salvación de genitales doloridos y mucosas ocupadas por cachivaches intrusos.
Que si penes fracturados (algo bastante habitual) y objetos perdidos en vaginas y agujeros anales de, sobre todo, hombres. Sí, los hospitales son los mejores sitios para descubrir los hábitos sexuales de la gente con un margen de mentira mucho menor que en las encuestas del Instituto Nacional de Estadística o de cualquier marca de preservativos. Y la realidad es que ellos, los machos ibéricos, se estimulan la próstata en su intimidad más de lo que aparenta ser, hasta que pasa algo y se convierte en un secreto a voces que nos viene muy bien para conocer lo que de verdad se mueve por los más antisociales canales sexuales de la corporalidad gracias a la puerta de atrás de Urgencias.
Pasan los años, y la tecnología en el mercado de los artilugios sexuales es cada vez más puntera, y sin embargo, se siguen sucediendo estropicios sexuales con los artefactos más rudimentarios. De esto me ha hablado un enfermero, también de Urgencias, de un hospital de una ciudad mediana tirando a pequeña. Vamos a dejarlo ahí. En su hospital entran 3 o 4 incidencias sexuales al mes, y hay pacientes reincidentes. Es verdad que los humanos acostumbramos a tropezar más de una vez con la misma piedra, pero lo de masturbarse mal hasta el punto de acabar en manos de la sanidad de forma reiterada, ya es mucha casualidad mal dada.
Botes, botellas, frutas y verduras son las cosas más utilizadas para darse placer a solas y en pareja entre la gente que acaba en manos de la sanidad. Estas visitas al hospital siguen un mismo patrón al entrar por la puerta. "Ya saben el término diagnóstico, entran y dicen: "Tengo un cuerpo extraño en el recto", me comenta mi enfermero de confianza. Aunque de "extraño"... más bien todo lo contrario, siempre tienen claro lo que ahí llevan.
Parece ser que las mujeres son más sinceras, suelen explicar que estaban "jugando", "probando", y que se les fue el experimento de las manos. Los hombres tienden a justificarse más, pasan más vergüenza y se preguntan "cómo ha podido acabar eso en mi culo". En cualquier caso, no se les cuestionan sus motivaciones, simplemente se trabaja en ayudarlos a la extracción con el menor dolor y secuelas posibles. "A mí me da pena por lo que van a sufrir para sacarlo", añade.
Acabar en un quirófano para una maniobra extractora de los genitales o del tracto anal, no tiene que ser un buen trago para nadie. Una de las intervenciones más recientes de este hospital de una ciudad mediana tirando a pequeña, fue con una mujer que "se le coló" una naranja en la vagina. Esta delicada operación requirió de espéculo, fórceps y mucho cuidado, pues el ácido de la naranja podría ser molesto si se acababa haciendo zumo en la extracción. "Un parto vaginal de 150 gramos, una naranja sana y dentro de los valores normales, no fue necesaria la epidural", comenta el enfermero. La temporada de fruta fresca está viva todo el año. Otra mujer que aún recuerda, acudió con unas uvas dentro de la vagina, y fue sincera, dijo que estaba jugando con su marido y se le quedaron ahí. El equipo médico se las sacó con pinzas y un enema vaginal.
Un juguete casero común entre hombres y mujeres son las botellas de cristal. En 2019 estamos y todavía hay quien no sabe que eso hace vacío si las metes por la boquilla y sin tapar. Es una de las intervenciones más delicadas y deben hacerse en quirófano por si el asunto se complica, el cristal es mucho más peligroso que una fruta o verdura de temporada: "se abre la vagina o ano, y si no liberamos el vacío, hay que agujerearlas sin que se rompan". Toda una labor digna de cristalero.
El calabacín es el rey de las hortalizas. Parece imposible que se pueda perder en las cavidades, pero se dan casos. "Hace dos semanas, con un chico hubo quirófano y para la UCI. El tamaño del calabacín era considerable y el esfínter no dilataba para sacarlo". Y también destaca los casos con botes de desodorante de spray y el tapón incluido. Duele imaginarlo. Y los dolores en una camilla con médicos/as, enfermeros/as y auxiliares alrededor, se pueden evitar.
En fin, señoras y señores. Con las tiendas especializadas que hay hoy en día, en las calles y en Internet con amplios catálogos y máxima discreción en su compra y gestión, no parece que merezca la pena pasar por dolorosas situaciones en el hospital por trances en algún ojal.
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