“Yo quiero ser arte. No quiero limitarme a ser un ser humano”
Entrevistamos a Adrián Pino Olivera, el artista que posa desnudo en los museos
Cuando Adrián Pino Olivera se desnudó y postró ante la obra Nacimiento de Venus de Sandro Boticelli en la Galería Uffizi de Florencia, en el año 2014, muchos medios redujeron su acción a la provocación y el escándalo. “Un hombre es detenido por desnudarse en un museo” es un titular fácil y muchos lectores se quedaron ahí. Pero Adrián no era un simple hombre, era un artista, y su cuerpo desnudo una obra de arte. “Yo quiero ser arte. No quiero limitarme a ser un ser humano”.
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Apodado aquella vez como El novio de Venus, Adrián nos habla de su proyecto y del tabú que sigue siendo el cuerpo desnudo en la actualidad.
El proyecto dedicado a Venus, diosa de la Belleza, del Amor y el Deseo, continuó durante 2017 y 2018 como una reivindicación de esas fuerzas, “como cura a la mediocridad y la oscuridad del mundo contemporáneo masculino en el que vivimos”. Cada día 22 (correspondiente al lugar que ocupa la letra V en el alfabeto), Adrián posaba desnudo ante una obra de arte. Su postura era femenina y escondía sus genitales como una forma de volver a los orígenes: “Integro ambos sexos como en los inicios cuando la persona aún no está formada en la etapa fetal, o incluso, como un ángel”, nos explica Adrián Pino Olivera.
Estas 13 obras (en un principio iban a ser 22) homenajean los orígenes puros de la cultura clásica en contraposición a la sociedad actual, “que es pervertida y corrupta”.
“Buscaba plasmar un matiz distinto de lo Femenino: lo materno, la explotación sexual de la mujer, su condición divina, su poder creador y destructor… Hay unas pocas obras donde no aparecían representadas mujeres, sino hombres y ahí mi cuerpo simbólicamente castrado frente a la obra introducía una relectura de la historia y una crítica al dominio de lo masculino”, dice.
A pesar del carácter artístico de su obra, no se ha librado de la censura especialmente en Instagram y YouTube. “El cuerpo humano provoca cierta incomodidad” nos comenta Adrián que el día anterior a nuestra conversación hizo una de sus acciones en una antigua prisión en Barcelona y se sorprendía por algunas reacciones .“Es curioso como mi desnudo en imagen puede llegar a ser aceptado, sin embargo al verme allí en persona algunos reaccionaban como ‘uy qué susto’”.
Con estas representaciones, Adrián también pretende mostrar la hipocresía con la que es aceptada una obra que simula un desnudo, ya sea pictórica o escultural, y rechazada la imagen real del cuerpo desnudo.
Este estigma al que se ve sometido el desnudo tiene su origen en el cristianismo como nos comenta el artista, “se ha asociado la desnudez con lo perverso y lo sucio, algo que en la cultura clásica no ocurría, el cuerpo humano se adoraba y formaba parte de sus rituales”.
Le preguntamos si cree que la sociedad evolucionará en su percepción acerca de este tipo de arte y su visión sobre el cuerpo humano, pero se muestra bastante pesimista: “vamos a peor, existe una nueva corrección política y cierto catetismo en la actualidad”.
Aunque para Adrián el cuerpo de un hombre desnudo no tiene ninguna connotación negativa, es como ver un brazo o una oreja, parece que la sociedad actual aún no está preparada para aceptarlo como tal.
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