ABURRIDOS DEL PADRENUESTRO DE EL CAPITAL
Estos jóvenes no se sienten identificados con el discurso de ningún partido de izquierda
Jóvenes, posiblemente alérgicos a las divagaciones de Karl Polanyi, aburridos de loritos que pregonan como un padrenuestro El Capital y escépticos con las rutas de la izquierda. Quizá lo suyo no sea armar otro mayo del 68, pero les gusta tomar partido, defender sus ideas y sacudirse ese estereotipo que tanto identifica la juventud con el espíritu revolucionario de los partidos de izquierda… Desenfundamos el debate.
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Marina de la Torre tiene treinta años. Reparte su tiempo en el trabajo que desempeña en la empresa de sus padres, sacando el látigo en redes sociales ante lo políticamente correcto y cuidando su pasión por el conocimiento: “El joven por lo general es ingenuo, quiere un mundo mejor y el discurso revolucionario de izquierdas visto de forma superficial, tal y como se presenta a la gente, encaja con esa necesidad de cambio tan usual en su naturaleza”.
Se define como individualista y encuentra en Marie Curie y Antonio Escohotado su inspiración. Pone la atención en las lecciones que vociferan los maestros de la izquierda ante salones, facultades y micrófonos, especialmente en lo que respecta a la problemática del bien común.
“La izquierda, efectivamente, vende una utopía de igualdad y bien común que no se ajusta a la realidad en la que vivimos. La igualdad de derechos para todos es necesaria, pero más allá de eso, forzar una igualdad entre individuos diferentes sería injusto, lo deseable y natural es la diversidad, que cada uno tenga su proyecto vital y pueda llevarlo a cabo en libertad, mientras no dañe a otros”.
Según argumenta De la Torre, estamos ante una idea bastante imprecisa y que esconde gato encerrado: “Quienes actúan bajo el lema del bien común, tratan de encerrar al resto en sus propios esquemas mentales, aunando todas las voluntades en una y al que piense distinto lo convierten en enemigo, lo deshumanizan.” ¿Será este el motivo de por qué la izquierda en nuestro país está tan dividida?
Hoy contemplamos el debacle de Podemos tras las elecciones de Cataluña, que luce tres escaños menos que en las elecciones de 2015, y la subida de Ciudadanos. Voces de la formación de Pablo Iglesias piden autocrítica y parece que premia el silencio.
A propósito de la situación política actual, Álvaro Pavón apunta a la hipocresía que late en los discursos de la izquierda: “Exigen a los demás un comportamiento ejemplar y sin embargo ellos retuercen su código ético como les da la gana, lo estiran como un chicle para no dimitir nunca y creen que la gente no se da cuenta. Cuando Espinar, que es un cínico, llama "pija" a Inés Arrimadas lo que está es proyectando y lo que hace es generar simpatía hacia Arrimadas. Yo no trago a Ciudadanos, pero ante ella me quito el sombrero porque es una mujer empoderada, y creo que mucha gente piensa así, evidentemente también en Cataluña.”
A sus veintidós años, con un graduado en Filosofía a sus espaldas y acostumbrado a un ambiente juvenil como Presidente de la Junta de Students for Liberty (SFL) de España y Portugal, resalta la importancia de tener conciencia política en los jóvenes: “Cuando cumples dieciocho años y adquieres tu derecho al voto te haces responsable de cómo y por qué ejercerlo (o no ejercerlo, que también es una opción legítima). Lo que echo en falta entre los jóvenes no es compromiso político, sino capacidad de abordarlo desapasionadamente.”
Hace nueve años se fundó el Partido Libertario (P-LIB), de talante liberal y orgulloso del influjo, cual musa, de la filósofa Ayn Rand. Allí encontramos a Alejandro Mulet, a día de hoy, Secretario Federal de la Organización, atapado (por los tiempos) en la generación millenial y díscolo con la izquierda a quien califica de actuar como la publicidad engañosa: “La planificación política de la izquierda comienza por la denominada dictadura del proletariado y lucha de clases, es decir, los primeros puntos de dicha ideología buscan la confrontación y la subyugación del individuo por la fuerza.”
Mulet no se muerde la lengua, cuestiona la responsabilidad colectiva, señala el fracaso del Estado de Bienestar ideado después de la II Guerra Mundial y pone sobre la mesa los supuestos beneficios del libre mercado: “Imaginen si el libre comercio está ligado a nuestra esencia, que las personas en las situaciones más espantosas del mundo, los campos de concentración Nazi, los gulags soviéticos, los laogai chinos, o en la actual Corea del Norte, Cuba o Venezuela, se jugaban y se juegan la vida para intercambiar los unos con los otros. Es inevitable.”
También tiene reproches para la derecha, a quien describe desde parámetros conservadores, tradicionalistas, moralistas e interesados. Concretamente, en lo que respecta a esto último, resalta su tendencia a abonar los entornos de los “amigotes de las altas esferas” y bloquear la competición propia de la acción empresarial y comercial.
Señala su discurso sibilino y cómo agitando el miedo a la izquierda radical, consiguió reafirmar la presidencia de Mariano Rajoy: “Cada vez que el mundo se enfrenta a un cambio disruptivo que genera más preguntas que respuestas, aparece el conservadurismo para protegernos de lo desconocido. Ese mismo conservadurismo que tildo de hereje a Galileo, a Leonardo DaVinci o relegó a Nicola Tesla al ostracismo”, añade.
Aunque Mulet hable del moralismo de la derecha, cree que esa característica está inmensamente presente en otros discursos políticos. En esa línea, Irune Ariño, que apura el grado de Ciencias Políticas de la Universidad y comparte espacio con Mulet en el P-LIB, añade: “La izquierda ha conseguido que los que no comulgan con sus mantras se sientan forzados a disculparse de forma permanente. Abanderan una supuesta libertad política y social para enmascarar algo que no es nada más que una libertad para lo que ellos consideran justo y proporcional, su libertad.”
Ariño también es la Directora Regional de SFL. Como mujer que lidera una organización, cree que la izquierda se ha reapropiado de las reivindicaciones del feminismo: “El feminismo a grandes rasgos tiene como objetivo último la emancipación de la mujer. Ahora bien, la lectura sobre los problemas y de las mujeres y, sobre todo, de sus soluciones, puede ser muy diferente. Ello quiere decir que no existe una única ni mejor forma de entender el feminismo. Las liberales feministas, por ejemplo, entendemos que las mujeres tienen que ser libres para tomar sus propias decisiones, nos puedan parecer más decoroso o denigrante.”
La izquierda se descalabra, aumenta el populismo de derechas (para una muestra basta con analizar el éxito que ha alcanzado Donald Trump) y asistimos impasibles a cómo generaciones que no han conocido el Holocausto simpatizan con las ideas neonazis. Quizá es el momento de escuchar a aquellos jóvenes que odian a la izquierda, analizar sus críticas y abandonar lo identitario para apostar por el diálogo y el sentido común.
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