CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA
Fui a la Fiesta del PCE para ver qué significa ser comunista hoy
Las fiestas del Partido Comunista de España (PCE) son un clásico para la izquierda española. Acudimos a las de este año, centenario de la Revolución Rusa, celebradas en el madrileño barrio de tradición obrera de Villa de Vallecas y tratamos de comprender qué es ser comunista hoy.
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En su libro ‘Nostalgia del absoluto’ (Siruela) George Steiner compara la estructura del comunismo (y del psicoanálisis) con la de una religión como el cristianismo. Tiene su libro sagrado (‘El capital’), su santoral (Marx, Engels, Lenin, etc) y sus herejes (las diferentes escisiones que se han producido en la corriente principal, por ejemplo el trotskismo). En las fiestas del Partido Comunista de España, que se celebraron este fin de semana en Villa de Vallecas, Madrid, se detecta algo de esa similitud.
Estas fiestas son un clásico de la izquierda que se celebran desde 1977, después de la muerte de Franco y de la legalización del PCE. En aquella ocasión cayó un aguacero y Santiago Carrillo, secretario general, llegó en un helicóptero que casi se accidenta.
Este año se cumple, además, una efeméride especial: es el centenario de la Revolución Rusa, que permitió por primera vez en la Historia el intento de aplicar la doctrina del marxismo-leninismo y cambió la faz del planeta durante el siglo XX.
Por aquí, por estas fiestas, a lo largo de los años (se ubicaban tradicionalmente en la Casa de Campo), han pasado Joaquín Sabina, Camarón de la Isla, Rosendo, Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Siniestro Total, Ilegales, etc. Este año los cabezas de cartel fueron los italianos Banda Bassotti, pero no solo es música lo que aquí se da.
La comparación de Steiner se comprueba en el mercadillo donde diferentes asociaciones, partidos comunistas de todas las Comunidades Autónomas, librerías y editoriales venden su material. Aquí es donde se ve que los comunistas viven mucho de sus símbolos (la estrella roja, la bandera republicana, la hoz y el martillo son ubicuas en camisetas, pósters, tazas, pines, etc) y del santoral citado, al que se puede sumar Pasionaria o los revolucionarios cubanos.
En una camiseta en vez de Ramones (la banda punk) se lee Barbudos, y aparecen las efigies de Fidel Castro, Che Guevara y Camilo Cienfuegos, el querido guerrillero que lucía sombrero de cow-boy y le decía (hipotéticamente) a Fidel que iba bien. “¿Voy bien, Camilo?”. “Vas bien, Fidel”.
La comida y la bebida también es importante en esta fiesta, claro, como en todas las fiestas: en el bar se reparten el trabajo por especialidades regionales. Los comunistas valencianos preparan las grandes paellas, los asturianos la fabada o el chorizo a la sidra (el mini de cerveza cuesta 4 euros, el bocata en torno a 3, el plato de fabada o paella 6 euros).
Dos tipos de comunistas
En cuanto a su aspecto podría decirse que hay dos tipos de comunistas: los más veteranos, con camisa de cuadros y pinta de sindicalista, y los más jóvenes, más melenudos, con camisetas reivindicativas, desde el chaval de aspecto cantautoril al rudo redskin. Bajo una carpa con largas mesas comunitarias, muy ad hoc, comunistas y simpatizantes se llenan el buche y las neuronas.
No hay que obviar esto, porque los comunistas son pensadores, discutidores, opinadores, muy lectores, tienen veneración por la palabra y los libros. Esto se ve en la fiesta, con la profusión de libros de todo tipo de temáticas rojeras (también abundan los libritos fotocopiados y grapados) y la densidad de charlas en diferentes carpas, que el público, aun habiendo fiesta fuera, no duda en llenar con abnegación.
De Siria al Che Guevara
Algunos de los temas que se tratan son la Revolución Rusa, la guerra de Siria, la amenaza de los robots al trabajo, la militancia antifranquista, el aniversario del asesinato de Che Guevara, la Revolución Bolivariana, las relaciones entre posmodernidad y el marxismo, las mujeres de la Generación del 27, la juventud y la precariedad, etc. El mitin central corrió a cargo del secretario general José Luis Centella.
Hay cosas pintorescas: en el stand de Asociación de Amistad con Corea del Norte, hacen una defensa del régimen de Kim Jong-Un, que, dado el estado de la opinión pública, es como defender a Darth Vader.
“El feminismo es muy profundo en Corea”, explica el tendero a los curiosos, “si despides de forma improcedente a una mujer puedes ir a un campo de reeducación”. Se ofrecen panfletos explicativos de las bondades de la democracia norcoreana (hay varios partidos políticos y asociaciones permitidas) o de la fortaleza de sus servicios públicos. Algunas revistas allí editadas narran los avances del país protagonizados por el Querido Líder, tienen una estética parecida a las revistas europeas de los años 60.
“Nosotros somos bolcheviques, y Trotsky nunca entendió lo que esto significa”, nos dicen en el stand de la Asociación de Amistad Hispano-Soviética. Entre sus libros están ‘Las mentiras de Trotsky’ y una variada selección de libros de Stalin, de quien también cuelga un retrato en la pared. También nos explican que, según los científicos del yacimiento de Atapuerca, el comunismo es algo inherente al ser humano desde sus más lejanas edades.
Guerra Civil y Revolución cubana
Los comunistas son muy tendentes a recordar y reivindicar sus hazañas históricas: la Revolución Cubana, la Guerra Civil española y la participación en ella de las Brigadas Internacionales, y otras tantas gestas y conflictos. En España el PCE fue la cara visible del antifranquismo en España, y los comunistas hicieron oposición al dictador en fábricas, por medio de Comisiones Obreras, en la Universidad o en las asociaciones de vecinos.
Luego, al llegar la democracia, su fuerza perdió fuelle y fue rentabilizada por el PSOE, que durante la dictadura estuvo más o menos desaparecido. “El PSOE: 100 años de historia pero 40 de vacaciones”, se bromeaba en 1979. Muchos, entre los propios camaradas, criticaron en la Transición la adopción del eurocomunismo por Carrillo y también la aceptación de la monarquía y la bandera rojigualda en vez de la republicana.
Recientemente, el propio Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida, le ha recriminado al difunto Carrillo (fallecido en 2012, con casi 100 años, notable lucidez, y fumando como un carretero) abandonar esa raigambre republicana en aquellos momentos tan sensibles. A partir de las elecciones el PC nunca fue lo que había sido, Felipe González gobernó durante 12 años.
Ser comunista hoy, en el siglo XXI
Así que, ¿qué es ser comunista hoy? Alberto Garzón, ha dado algunas charlas durante este año tratando de dar una respuesta a esta pregunta, tratando de dignificar el malogrado término comunista (el cine de Hollywood hizo mucho daño a la palabra) y de explicar que “los comunistas no matan gatitos por la noche”, como dijo en la Universidad de Córboba.
En sus charlas Garzón abogó por una lucha práctica, que apueste por mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos, por encima de otros asuntos que considera secundaros como símbolos, siglas o “citas de Marx tres veces por minuto”. Intelectuales como Slavoj Zizek o Alain Badiou también se han preocupado de responder a este dilema (véase el libro ‘La idea del comunismo’ (Akal).
Lo cierto es que con la caída de la Unión Soviética (cuya amenaza permitió en Europa el modelo socialdemócrata y la creación del Estado del Bienestar) comienza la hegemonía neoliberal y los partidos comunistas tienen que virar hacia espacios tradicionalmente ocupados por la socialdemocracia.
La socialdemocracia viró también a la derecha, aceptando sin resistencia el sistema neoliberal (por ejemplo, la Tercera Vía de Tony Blair), permitiendo privatizaciones, recortes y el tremendo “austericidio”, y dejando el citado hueco a su izquierda.
De la hoz y el martillo a Podemos
A los comunistas les ha costado aceptar la nueva situación, no tanto a otros ex/post comunistas como Pablo Iglesias Turrión que llegó a aceptar lo que de facto estaba ocurriendo: admitió tener un programa, en Podemos, claramente socialdemócrata, lo que parece la única opción con posibilidades reales (dado el contexto económico) y electorales.
Podemos, por lo demás, siempre ha sido reacio a adoptar los viejos símbolos comunistas que abundan por doquier en estas fiestas, con el objetivo de llegar a más amplias capas de la población.
Lo que podría resumirse es que ser comunista hoy tiene que ver con posicionarse contra la desigualdad y la injusticia social, a favor de una democracia socialista no parasitada por la élites económicas y políticas, cuestiones a cuya resolución los comunistas han realizado grandes y heroicas aportaciones a través de la historia. La idea es buena, lo que quizás le falta a la izquierda actual es un plan de futuro sólido para llevarla a cabo.
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