EL EFECTO WAKE AND BAKE
Gente que consume marihuana antes de desayunar
La traducción literal de wake and bake vendría a ser despertarse y cocinarse como primera acción del día, si es posible, incluso sin haber salido aún de la cama, equivaliendo el cocinado a consumir marihuana. Esta peculiar forma de afrontar el día puede tomarse como un lujo ocasional o como un estilo de vida. Hablamos con varios aficionados mañaneros a la marihuana para que nos cuenten cómo les afecta.
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Entre los amantes de la marihuana es fácil encontrar ejemplos de este modo de vida que a muchos sorprende pero no es tan radical como se supone y que, dependiendo de la forma en que se consuma, no entraña riesgo alguno para la salud.
Silvia tiene treinta y cinco años, es programadora, trabaja desde casa y suele levantarse sobre las siete de la mañana. A ella le gusta fumar de una forma muy popular en nuestro país, liando cigarrillos en los que mezcla tabaco con marihuana o resina.
“Si me queda porro de la noche antes en la mesilla y no me despierto con prisa lo enciendo directamente en la cama y ya me levanto a gusto. Si no, lo lío mientras me preparo el desayuno. Las dos cosas me sientan igual de bien, pero hacerlo en la cama tiene una gracia especial, es como más divertido, te levantas de buen humor”.
Siempre tuvo problemas de ansiedad y para ella la marihuana es una gran aliada a la hora de mantener la calma y cumplir con sus obligaciones.
“Para el tipo de trabajo que yo llevo a cabo es ideal, hace que me concentre mucho mejor desde primera hora, que disfrute de lo que estoy haciendo y que el tiempo se me pase volando. Voy probando diferentes variedades pero nunca he querido dejarlo, es algo muy positivo en mi vida. Me resulta terapéutica”.
Para las labores matutinas las variedades sativas, que estimulan la actividad mental, suelen ser muy apreciadas. Agustín, que usa un bong de cristal y una pipa de madera, tiene en cuenta los efectos de cada hierba para organizar su día.
“Por la mañana le doy a la sativa que me espabila y me da cierta sensación de euforia, normalmente en la pipa que es muy práctica, y cuando doy por finalizado el día y me quiero quedar tranquilo me paso a la índica con el bong hasta que me duermo”.
Para Agustín, el único problema de este estilo de vida es un hambre difícil de controlar.
“Soy goloso ya de entrada y claro, cojo la comida con muchas ganas desde el desayuno. Muchos días me flipo un montón y me preparo un auténtico festín a las diez de la mañana, o acabo desayunando tres veces, pero me lo paso muy bien, la verdad. Lo que sí intento controlar son las ganas de bollería y chocolate desde la hora de la merienda porque me acaba sentando mal”.
La marihuana calma nervios, dolores físicos y despierta el apetito pero, ¿es siempre el momento oportuno? Silvia tiene claro que sí.
“A mí siempre me sienta bien, cualquier cosa que pase me la tomo con más tranquilidad, si llama el jefe metiendo prisa no me estreso y soy capaz de solucionar problemas de forma más resolutiva sin agobiarme”.
Julia, que hace tiempo se pasó al vaporizador buscando lo mejor para su salud (son totalmente inocuos para el organismo), una apreciación más pura y fiable de los aromas y efectos y el ahorro en la cantidad de sustancia consumida, alberga ciertas dudas.
“Antes le daba todos los días desde que me despertaba pero me di cuenta de que me sentía un poco indefensa ante los imprevistos. Soy estudiante y es verdad que me ayuda a concentrarme, pero si hay que resolver cualquier cosa inesperada cuando estoy colocada me hago un lío y me cuesta mucho abandonar una tarea para meterme en otra. Hablar por teléfono o rellenar papeles por ejemplo me resulta muy desagradable”.
Su solución ha sido reducir el consumo entresemana hasta el fin de la jornada y darse el capricho los sábados y los domingos.
“Los fines de semana también tengo que estudiar pero mis horarios suelen ser más flexibles, me levanto más tarde y empezar desde que me despierto me da la sensación de estar un poco de vacaciones. Disfruto mucho leyendo e investigando, hace que todo me resulte el doble de interesante. El desayuno está más rico que nunca y los colores de la mañana son preciosos”.
Pablo tiene cuarenta años, es músico y se dedica a reparar instrumentos electrónicos. Le gusta fumar al estilo clásico, liando marihuana picada sin mezclarla con tabaco, y lleva años consumiendo casi todos los días desde primera hora.
“Empiezo cuando me levanto, que puede ser a las ocho o a las doce, dependiendo de muchas cosas, porque a veces me tiro hasta las tantas arreglando algún cacharro. Para mi trabajo y para componer música o ensayar es estupendo, me inspira y hace que nunca me aburra por muy tediosa que a veces pueda ser la labor”.
¿Inconvenientes para Pablo? “A veces siento que el tiempo se me pasa rápido, pero veo que estoy avanzando despacio, que mi ritmo es constante pero lento y no soy capaz de acelerar. También el hambre porque es como que se acumula, y a media tarde doy la vida por una palmera de chocolate”.
Entregarse a los efectos de la marihuana desde el principio del día es algo que para los consumidores habituales no tiene demasiada importancia, pero que suele causar cierto impacto cuando es visto desde fuera.
Silvia nota que cuando tiene compañía y fuma como si nada a veces despierta contrariedades: “Sí, hay quien se sorprende y te juzga e incluso te intenta pegar el sermón, pero suele ser gente que no te conoce mucho y que luego ve que no es para tanto. Yo llevo una vida totalmente normal y en mi entorno cercano es frecuente.”
Susana se dedica a la pintura y atraviesa periodos de no fumar nada y otro de fumar todos los días. Para ella se trata casi de una herramienta de trabajo.
“Depende de si tengo una entrega importante o no. Hay veces que me tiro un mes con un cuadro y entonces me paso el día fumada y me encanta, me ayuda mucho. Me cunde el trabajo el doble y personalmente lo disfruto más. Pero sólo me funciona si estoy sola. Y el hachís no me vale porque me aplasta, necesito la creatividad de la marihuana. Empiezo por la mañana temprano como quien se toma las vitaminas.”
Según estos casos, la autonomía parece ser un factor determinantes para el éxito de este estilo de vida, pero no necesariamente la soledad. Lucas tiene una productora y su agenda está apretada, llena de reuniones.
“Estoy en mil sitios cada semana y tengo contacto con mucha gente diferente, pero para mí no es problema”. Lo era sin embargo cuando trabajaba en una oficina: “No creo que sea incompatible pero a mí no me funcionó. Me molestaba estar allí, tener que llevar una ropa concreta y sobre todo tener que esconderme. Pero para trabajar en equipo siempre ayudó”.
Silvia, en ocasiones, tiene que acudir a la oficina a tener reuniones sobre diseño y programación. Para esas ocasiones, procura cuidar mucho su aspecto y fumar al salir y al volver de casa. Asegura que le da confianza en sí misma y hace que la situación le resulte menos aburrida.
Susana, pintora, tiene una opinión distinta: “Si estoy en mi nube y tengo que reunirme con alguien, incluso si es amigo, me agobio. Me siento insegura y es como si pensara demasiadas cosas a la vez y no fuera capaz de decir ninguna. Si hay un porrito ocasional recreativo con colegas vale, pero si estoy trabajando desde por la mañana es otra cosa, necesito concentrarme a tope sola”.
Hay muchos factores jugando en cada circunstancia, pero parece que no es para tanto. Tampoco para todos los públicos, aunque los consumidores de largo recorrido se muestran muy cómodos y afianzados en ese estado manso, risueño y profundo.
¿El mito de que los porros te introducen a un mundo de problemas con las drogas? En este caso no ha llegado a asomar. No olvidemos que en lugares donde el uso del cannabis está regularizado y la marihuana es otro producto a disposición del consumidor, pegarse un wake and bake apenas tiene relevancia y multitud de celebridades lo muestran como señal de simpatía.
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