LA POLITICA ANTITERRORISTA DE EE UU Y LA CUTURA DEL MIEDO
Homeland y 24 recrean el odio hacia los musulmanes y la paranoia de Trump
Hay casualidades que dan qué pensar. ¿Sabías que 24 se estrenó diez meses después de que George W. Bush se mudara a la Casa Blanca y que 24: Legacy lo hará semanas más tarde de que Donald Trump haya jurado el cargo? No queremos ponernos conspiranoicos a lo Fox Mulder (porque, además, una temporada extra de la serie vio la luz en 2014), pero la relación entre el fenómeno del canal Fox y la Administración republicana es, cuando menos, curiosa. El azar ha querido además que 24: Legacy coincida con la emisión de Homeland (se podrán ver ambas en Fox España), que comparten creadores, Howard Gordon y Alex Gansa, y evidentes temas en común: la política antiterrorista de Estados Unidos y la paranoica cultura del miedo.
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¿Cómo se están enfrentado las series de televisión al cambio político? En las últimas semanas hemos leído casos de producciones que han ido a taller para amoldarse al escenario; The Good Fight ha cambiado su premisa, en la que Hillary Clinton era presidenta, y Scandal ha tenido que pulir las aristas de la trama de una conspiración rusa. Pero, más allá de detalles argumentales e inspiraciones conscientes, el panorama televisivo en conjunto está reflejando, de una manera u otra, la incertidumbre que viven muchos estadounidenses.
Podríamos decir que ahora todas las series hablan de Trump, que todas tienen doble lectura, y está claro que, en esa atmósfera, 24: Legacy y Homeland, con sus encuentros y desencuentros, despiertan un interés especial.
América en plena era de Jack Bauer
Si hoy resulta fascinante todo este cúmulo de curiosidades y coincidencias entre la política y la teleficción, imaginad en 2001, cuando debutó 24. Lo hizo en noviembre, sí, aunque su estreno estaba programado para septiembre. ¿Sospecháis por qué ese retraso? Exacto: coincidía con los días posteriores a los atentados contra el World Trade Center y en otros lugares de Estados Unidos.
La producción, que narraba el intento de asesinar a un candidato presidencial, y sobre todo la respuesta institucional a la amenaza, funcionó como un funesto augurio de la política posterior de George W. Bush. La guerra contra el terrorismo, la cultura del miedo, la vigilancia civil, las maniobras de detención e interrogatorio… Todo eso lo contó una serie de televisión.
Que su protagonista sea recordado hoy como uno de los grandes antihéroes modernos de la pequeña pantalla es significativo de hasta qué punto la sociedad asimiló aquella Norteamérica. El famoso (y más desde entonces) Kiefer Sutherland dio vida durante ocho temporadas a Jack Bauer, miembro de una unidad antiterrorista involucrado en sus misiones también por motivos personales, y ha pasado a la historia por sus métodos expeditivos y contundentes a la hora de evitar cualquier atentado.
Y el fenómeno no quedó ahí. La rabiosa 24 alumbró hasta su propio subgénero, una especie de thriller político post-11S al que cada serie aportaba su ingrediente; recordamos la aplaudida Rubicon, o Person of Interest y Flashforward en fórmulas más scifi.
10 años después del 11 de septiembre
Pero nada podía ser tan 24 después de 24 como una propuesta de los mismos guionistas. En 2011, tras un año de ausencia del éxito de Fox, Howard Gordon y Alex Gansa dieron a luz el proyecto de Homeland, un ambicioso salto respecto a su creación previa, tanto en producción como en su discurso sociocultural. Contaban con el apoyo de Showtime, una cadena de pago (con mayor libertad presupuestaria y temática), pero también con el paso del tiempo: 10 años después del 11S, lo narrado en 24 podía verse de forma más clara.
Su protagonista era Carrie Mathison (fabulosa Claire Danes), una agente de la CIA con trastorno bipolar que cree ser más brillante sin medicación, capaz de meterse en la cama con el enemigo para evitar otro ataque.
A pesar de ese tropiezo apellidado Brody en la tercera entrega, Homeland ha demostrado ser lúcida a la hora de adaptarse a sus propias exigencias creativas, y también al momento de la política estadounidense año a año. Al principio nos sorprendió por retratar casi a la perfección la paranoia cultural y el miedo a un nuevo 11S (no solo a través de Carrie, sino en personajes civiles ajenos a la CIA, como la familia de Nick), y además por ser muy crítica con las instituciones gubernamentales y con las maniobras de captación y conversión de agentes. Hoy aún es el thriller político más actual; la guerra de Siria y el yihadismo en Europa fueron la apuesta de sus últimas temporadas, y la que se emite ahora mismo aborda la criminalización de la población musulmana en Estados Unidos. ¿No os suena eso de las portadas y noticiarios?
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