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Homofobia: de aquellos polvos, estos lodos

La importante reflexión de Becaria sobre la homofobia tras el asesinato de Samuel Luiz.

Manifestación en condena por el asesinato de Samuel Luiz

Manifestación en condena por el asesinato de Samuel LuizAgencia EFE

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«Los homosexuales deben ser considerados más como enfermos que como delincuentes. Debe la sociedad no obstante protegerse especialmente del proselitismo que puedan desarrollar en colegios, cuarteles, asociaciones deportivas, etcétera». Esta afirmación forma parte del libro enciclopédico "La vida sexual" de López Ibor, psiquiatra del franquismo, publicado en 1968 y que fue un bestseller hasta la muerte del dictador (el de los memes en Twitter metido en una nevera como una momia), que ocupó un hueco de unos cuatro centímetros de ancho, dependiendo de la edición, en buena parte de las bibliotecas caseras de España. Es un libro que hay que leer con guantes y pasar las páginas con pinzas porque apesta a machismo, homofobia y todas las fobias al sexo y a la sexualidad humana que nos puedan venir a la cabeza.

Según los créditos de la enciclopedia, fue dirigida por López Ibor y elaborada por diez colaboradores, todos hombres del campo de la psiquiatría, psicología y sexología, aunque hace veinte años confesó Lidia Falcón en El Mundo que fue redactada por ella y por Eliseo Bayo, su pareja por aquel entonces, bajo un acuerdo clandestino conocido como "negros literarios". ¿Qué habrá de cierto en esto? No sabemos a ciencia cierta. Lo que sí sabemos es que Lidia Falcón, presidenta del Partido Feminista de España, que formó parte de importantes avances en derechos para la mujer en nuestro país, fue expulsada por Izquierda Unida en 2020 de su coalición por sus discrepancias con las leyes trans y por declaraciones ciertamente insultantes, como referirse a los transexuales como “mujeres con barba”, discursos que, por cierto, han sido aplaudidos por Vox.

Bueno, yendo a lo importante e independientemente de la autoría de "La vida sexual", este mamotreto que fue la biblia sexual en tantos hogares españoles, está plagado de paridas homófobas que aun siendo un papiro anticuado a la venta en rastros y anticuarios, su semilla sigue implantada en muchas conciencias. Basta con ver los delitos de odio por la condición sexual que a día de hoy continúan produciéndose, potenciados por el azuzamiento ideológico de la rama política más radical de la extrema derecha, conocidos también como los hijos mimados del franquismo, que utilizan a una parte de la población con cierto atolondre para ondear banderas contrarias a toda libertad personal si te sales de los parámetros de "heterosexual, blanco, con pelo en el pecho y español de verdad", hasta el punto de poder llegar a asesinarte en mitad de la calle al grito de "maricón". Desde que en 1995 se derogó la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social bajo la cual se castigaba a los homosexuales simplemente por ser homosexuales, se supone que todos somos todos iguales ante la ley, pero la realidad social dice lo contrario.

Según la autoría fantasma de López Ibor, la homosexualidad es una «anomalía sexual que consiste en la obtención del orgasmo únicamente a través de la relación sexual con un individuo del mismo sexo». Como una de las posibles causas de la homosexualidad, la enciclopedia resalta la teoría del niño o niña que en casa es tratado como del sexo contrario, lo que explicaría su orientación sexual: «A veces el ambiente familiar se opone al sexo de un niño prefiriéndolo del opuesto y despreciando el sexo real del pequeño. Entonces el niño o niña procurarán identificarse con el elegido por la familia aunque ello suponga el rechazo de su propio sexo», y se quedan tan anchos relacionando una identidad de género sin pies ni cabeza con la orientación sexual.

Leer sobre la sexualidad humana en este tratado es como leer libros de ovnis, platillos volantes y sucesos paranormales sin resolver de Iker Jiménez y Carmen Porter. Equipara la orientación sexual con la atracción sexual en animales domésticos o de laboratorio cuando han permanecido enjaulados: «Las aves en general, palomos, perdices, periquitos, etc., enjaulados por sexos separados no tardan en mantener relaciones sexuales, los machos más frecuentemente que las hembras. Observaciones parecidas se han constatado en perros, monos, chimpancés, etc. En estos casos, en nuestra opinión, no se trata de una verdadera "perversión sexual" sino de una manifestación anormal del instinto sexual que se desarrolla en ausencia del que ha de ser, por naturaleza, el objeto normal de aproximación».

A la homosexualidad femenina le dedica la mitad de páginas que a la homosexualidad masculina, pues siempre ha sido un delito menor o, al menos, más complicado de juzgar. «Muchas logran en apariencia llevar una vida matrimonial normal, cumpliendo con las obligaciones que la misma impone en el orden sexual», y destaca a las "lesbianas activas" como "viriloides", lo que viene siendo unas marimachos por sus actitudes, gustos, maneras y hábitos, resumiendo su vida sexual en abrazos y en "tribadismo", en frotes de coito imposible «ya que el clítoris, aun en los casos que se manifiesta hipertrofiado, no permite una introducción en la vagina, y que acaba en fricciones de los genitales externos llegándose habitualmente al orgasmo».

Concluye el asunto de la homosexualidad con que «la curación de esta desviación sexual es imposible». Y así hasta hoy, con mucho tolerante enmascarado preguntando al viento: “¿Por qué el Día del Orgullo Gay?” y “¿Para cuándo el día del Orgullo Hetero?”, y pensando igual que quien escribió la enciclopedia “La Vida Sexual” de López Ibor.

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