MEJOR PELÍCULA EN EL FESTIVAL DE SITGES 2017
Jupiter's Moon: La crisis de los refugiados de Siria bajo el prisma del cine de superhéroes
‘Jupiter's Moon’ nos cuenta la historia de Aryaan, un joven inmigrante sirio sorprendido en un control fronterizo, que para evitar ser deportado, huye recibiendo varios disparos en el pecho. Pero no muere, sino que pierde el conocimiento, levita y cae al suelo desde una altura de unos 15 metros sin que le pase nada. En el hospital, conoce a un médico que trata de aprovechar el potencial del muchacho, que no es otra cosa que un hombre volador.
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Se estrena la nueva película del director húngaro Kornél Mundruczó después de llevarse a casa el premio a la mejor película en el festival de Sitges 2017. Parte sátira social, parte historia de origen de un superhéroe, ‘Jupiter's Moon’ remodela los mitos de DC y Marvel hacia el cine de autor con aguijón social muy cercano y actual.
Y es que este fin de semana hay dos opciones superheróicas que no pueden ser más dispares. El gran estreno de Warner, su apuesta con todos los héroes DC juntos con el director de ‘Los Vengadores’ de por medio se mide con la mencionada ‘Jupiter’s Moon’, una película húngara que sustituye las tortas por una reflexión sobre la fe, la crisis de los refugiados y el miedo de la sociedad hacia ‘el otro’, pero que también pertenece al mismo género que Batman, Superman y Wonder Woman.
La nueva película del húngaro tiene mucho en común con su anterior trabajo. ‘White God’ era otra película que mezclaba elementos de relato moral y el cinéma verité con el realismo mágico: los perros de Budapest se rebelaban y causaban estragos en la ciudad como castigo.
En ‘Júpiter’s Moon’ los elementos fantásticos de la historia se realzan con una urgencia desgarrada salida directamente de los titulares de antes de ayer. Repite el guionista Kata Webér, cuyos personajes corruptos y propios de cine criminal comulgan con los detalles políticos del drama social-realista más actual y el espectáculo de efectos especiales propio de Hollywood.
Su argumento nos cuenta la historia de Aryaan, un joven inmigrante sirio sorprendido en un control fronterizo, que para evitar ser deportado, huye recibiendo varios disparos en el pecho. Pero no muere, sino que pierde el conocimiento, levita y cae al suelo desde una altura de unos 15 metros sin que le pase nada. En el hospital, conoce a un médico que trata de aprovechar el potencial del muchacho, que no es otra cosa que un hombre volador.
Comienza una larga persecución entre el inspector de policía que le disparó de forma negligente y Aryaan junto al médico que lo utiliza como señuelo religioso.
Su inicio tiene puntos en común con la cada vez más visionaria ‘Hijos de los hombres’, en su intensidad y textura de realismo implacable, pero acaba transformándose en la odisea de un inocente en busca de un propósito y redención en el contexto de una sociedad degradada.
El último tercio de la película se desvía el cine de acción más europeo, con bombardeos, una persecución automovilística de alto octanaje y un enfrentamiento al estilo Luc Besson, pero, en general, mantiene su tono de alegoría sobre los dogmas que deriva casi sin pretenderlo en la descripción de la situación de los refugiados terroristas motivados por guerra santa.
La película utiliza el desafío a la gravedad del protagonista como el principal acto de fe, truco o realidad, con el que se cuestiona el ver para creer como motivo de seguimiento ciego. En la ficción, el refugio de lo inverosímil sobre el escudo de lo posible se torna en parábola religiosa que confluye en algunos temas que nos proponía ‘Batman vs Superman’, en la que el héroe de Kripton se tornaba en figura divina. Así, esta nueva versión del superhombre idolatrado, actúa de contrapunto palpable al proceso industrial que continúa creando un panteón de tipos en mallas de Hollywood.
La trama está llena de instantáneas satíricas de una amalgama de males sociales contemporáneos: matones racistas, las clases altas adineradas e incluso la cultura selfie, lo que da una incertidumbre borrosa en las tesis de la película, que al final no es otra cosa que una cinta de género sazonada con los temas que envuelven los tiempos en los que ha nacido, sin tener algo específico que contar.
Como algunos acercamientos de estética mockumentary al género como ‘Chronicle’, la película de Mundruczo es una experiencia visual intensa de principio a fin, con una atmósfera creada por la dureza de la situación política de Hungría, y un aire de amenaza y misterio constante transmitido por su estilo confuso y oscuro. Puede no ser del todo consistente en su tono, pero resulta una experiencia cinematográfica diferente, cuya percepción mejora al ubicarse en el cuerpo de trabajo de un autor con coherencia formal y temática.
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