LA ÚLTIMA TENDENCIA EN TELEVISIÓN
¿15 minutos? Los capítulos de las series son así de cortos, ¿está cambiando nuestra forma de ver la televisión?
La última moda en la industria televisiva son las series de 15 minutos, aptas para el consumo online y para los nuevos hábitos, como devorar ficción en el metro. Y parece una tendencia al alza: Quibi, una plataforma que desembarcará en 2020, planea dividir las películas en fragmentos de menos de 10 minutos. ¿Somos incapaces de concentrarnos como antes?
Publicidad
'¿Por qué los episodios de series duran tanto como una peli?'. Hace justo dos años publicamos en Tribus Ocultas un artículo del que hoy publicamos su contrario. ¿Por qué los capítulos de series son cada vez más cortos? Es una dinámica un tanto bipolar.
Justo cuando en España hemos logrado que las series se adapten a la duración internacional, en torno a los 40 minutos y una hora, las series extranjeras, sobre todo las estadounidenses, las que marcan el paso de la ficción, se dividen en dos fenómenos.
Por un lado, esos capítulos que alcanzan la hora y media sin despeinarse, ya hablemos de estrenos ('Legión', 'The Night Of', 'Vinyl', 'The Get Down') o de emisiones habituales ('Juego de Tronos', por ejemplo). Por otro, la última moda, los que no llegan ni al cuarto de hora para amoldarse a los hábitos de los consumidores más compulsivos.
No es que seamos tradicionalistas y defendamos la duración clásica de las series solamente por costumbre, por mantener el 'statu quo' que nos ha legado la industria de la televisión. Está claro que cualquier ficción puede funcionar en cualquier formato, siempre que sus creadores sepan contar la historia en el tiempo que se les ha dado.
Lo interesante en este caso es pensar qué dice de nosotros, de nuestra capacidad de atención y consumo, que los capítulos cada vez sean más cortos. Son varios los estrenos recientes que señalan este camino, en España, plataformas como 'Flooxer' han dado voz a este tipo de contenidos de forma pionera en nuestro país con series como 'Looser' protagonizada por la youtuber Esty Quesada o más conocida como 'Soy una pringada' que con su cuadrilla de 'loosers' intentan ser personas normales pero no les sale demasiado bien... es una divertidísima comedia llena de referencias a la cultura pop.
Otros ejemplos son 'Gente Hablando', una serie de Álvaro Carmona donde las conversaciones realistas entre dos personajes desnudan con naturalidad las contradicciones de cada uno de ello y dejan espacio para la reflexión del espectador, 'Terror y Feria' dirigida por Benja de la Rosa que ha creado una ficción única que mezcla el terror y la cómedia como nunca antes se ha hecho, y próximamente 'Follow San Francisco' que acompañará en su día a día, o mejor dicho, noche tras noche al peculiar actor Enrique San Francisco.
Por la parte extranjera tenemos series como 'Homecoming', un drama conspiranoico con Julia Roberts, en torno a la media hora; 'Special', una comedia sobre un chico gay con parálisis cerebral que ronda los 15 minutos; lo mismo dura 'Bonding', 'sitcom' sobre una joven dominatriz; y 'State of the Union', que consiste en charlas en un solo espacio.
Lo nunca visto: episodios de 15 minutos
Lo cierto es que no podemos criticar que estas series sean deficientes, o no que lo sean por su extensión. La duración de los capítulos es un debate clásico de los seriéfilos, y si lo eres, los sabes. Como apuntábamos antes, la ficción estadounidense creó el canon de que las comedias debían durar 20 minutos, y los dramas 40, con derivaciones en función de cadenas (las de cable suelen durar más) y formatos (los dramedias, una fórmula intermedia en torno a la media hora).
En España, estas duraciones se doblaban (comedias de 40 minutos y dramas de alrededor de 70) para abaratar costes y amoldarse a la franja horaria de máxima audiencia. Pero ocurre algo muy curioso: los guionistas españoles han pedido siempre una reducción de horario para escribir mejores historias, pero los extranjeros quieren más de la que tienen.
Pero todo parece indicar que la tendencia de los episodios fugaces seguirá al alza. Podemos achacar parte de este fenómeno al modelo Netflix. El consumo audiovisual, acompañado del visionado personalista (cuándo y dónde quieras), nos lleva a ver series en lugares y tiempos a los que no estamos acostumbrados.
Por ejemplo, en el transporte público cuando vamos al trabajo. ¿Qué ficción elegirías tú para ello? Imaginamos que una sitcom, cuyos capítulos duran 20 minutos. Si son más cortos, aun mejor, porque llegaríamos sin prisa a cualquier transbordo. Hemos pasado de ver las series con el mando en la mano viendo los anuncios de turno a haciéndolo en el ordenador, tumbados en la cama, y más tarde en el metro o el tren, rodeados de gente, con los auriculares y el volumen a tope, pendientes de no pasarnos de parada.
Pelis para impacientes y desconcentrados
Y seguiremos rizando el rizo. Hace unas semanas supimos que Jeffrey Katzenberg, ejecutivo audiovisual, productor en compañías como Disney, lanzará en abril la plataforma Quibi, que competirá con sus rivales con una idea no precisamente novedosa: convertir las películas en breves fragmentos. ¿A qué nos referimos con esto? ¿No fue ese el origen de las series?
Quibi viene de la contracción de "quick bites", algo así como "bocados rápidos", y acogerá cintas de larga duración divididas en diferentes partes de alrededor de ocho minutos, para que la gente pueda verlas en el transporte público. O donde quieran, pero con esa duración. Esta propuesta deja entrever algo inquietante: somos tan incapaces de dedicar una hora y media de nuestra vida a una película, de concentrarnos en ella, que tienen que partirla para que la digiramos.
Podríamos echarnos las manos a la cabeza, pero no es un fenómeno que nos pille de nuevas. A ti tampoco. ¿A que tú también echas un vistazo al móvil de vez en cuando estás en el cine? ¿A que paras la serie que estás viendo para comprobar tus notificaciones de Twitter, y acabas dedicándole una hora a una ficción de solo media?
Es lo que podríamos definir como la cultura del tráiler, o la cultura del tuit. Las redes sociales, que se suman a nuestras obligaciones diarias (de la universidad al gimnasio, del trabajo a los niños), nos someten a tantos estímulos visuales y de información que nuestra mente intenta capturarlos todos. Eso afecta, sin duda, a nuestra concentración.
¿Terminaremos abandonando las salas del cine para ver pelis en el metro? Es un escenario apocalíptico improbable, pero nos da para pensar.
Tómate el vicio con calma.
Publicidad