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Festival de Cine Fantástico de Sitges

Nicolas Cage se desata en ‘Mandy’, una sangrienta espiral de venganza, ácido y locura

El actor Nicolas Cage ha marcado la presente edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges, donde ha presentado su película, 'Mandy', de Panos Cosmatos, justo en medio de la tormenta de acusaciones de haber violado a una mujer que desmintió en la multitudinaria rueda de prensa que ofreció antes de recibir un premio honorífico a su carrera.

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Llegó para recibir un premio y acabó contestando preguntas sobre las noticias aparecidas en la prensa mundial sobre la supuesta agresión sexual a su ex novia Vickie Park. A pesar de todo, Nicolas Cage fue recibido con el calor de los fans de su figura, cada vez más idealizada por los memes de internet, pero no se libró de la pregunta obligada en la rueda de prensa del filme.

He emitido un comunicado. No tengo nada más que decir. Pero para que quede claro, no hubo nada de eso". Los hechos habrían ocurrido en el Slash Film Festival en Viena el pasado 20 de septiembre pero de momento, un juez de Los Ángeles ha desestimado la acusación, aunque Vickie ha solicitado una orden de alejamiento.

El momento gris de la presentación pasó en un suspiro y pronto el encuentro se centró en su nueva película, ‘Mandy’, en la que Cage abandona la senda de estrenos directos a vídeo que puebla la fase crepuscular de su carrera y protagoniza una pequeña película de explotación y venganza, un delirio psicotrópico de colores, sangre y muchos excesos, tanto visuales como de concepto, guion y sobre todo, actuación. "Disfruto con esas interpretaciones tan catárticas, que vienen de sueños e imágenes puramente emocionales”.

Sobre la categoría de películas como ‘Mandy’, llenas de violencia reaccionaria y venganza comenta: “no sé si son divertidas, pero sí muy disfrutables porque algo que diferencia una película como ‘Mandy’ es su sentido del humor. Incluso aunque este personaje se zambulle en un dolor brutal tras el asesinato de su mujer, hay momentos para reír”.

Aunque el humor de la película es bastante intuitivo, en incluso metafílmico, su figura se ha ido convirtiendo en una caricatura viviente, en un dibujo animado más distorsionado que los propios insertos animados de estilo Ralph Bakshi de la película que ha arrasado en su pase en la población catalana.

La diferencia de ‘Mandy’ y otras películas recientes en las que el actor se desata es que el contexto expresionista en el que se desarrolla la historia de venganza del director Panos Cosmatos permite la exageración del actor, que es famoso por su histrionismo sin autocontención. "Me fascina el expresionismo, y todo es gracias a mi padre. Vimos juntos ‘Nosferatu’, ‘Metrópolis’, ‘El gabinete del doctor Caligari’... Cuando toda esa imaginería de gesticulación exagerada entró en mi cuerpo y nunca me ha abandonado". Aunque lo que realmente ha ido moldeando su crecimiento como autor es su deseo platónico de "querer ser como James Dean. Desde que lo vi por primera vez en ‘Al este de Edén’ decidí que iba a ser como él".

En la película, desarrolla a un personaje carcomido por el odio tras la muerte de su compañera, para lo que se apoyó en las indicaciones de su director Panos Cosmatos, hijo de George Pan Cosmatos, director de la mítica ‘Rambo’, secuela de ‘Acorralado’ que elevó a otra estrella de lo Grand Guiñolesco y la testosterona de cine macarra como Silvester Stallone.

“El personaje de Red Miller está estrechamente relacionado con el sufrimiento que padecen algunos personajes de Charlton Heston como ‘Ben-Hur’ o ‘El último hombre vivo’ de Boris Sagal” revelan. Es cierto que el dolor es una parte importante de la catarsis de Cage en la película, pero también tienen mucha importancia las drogas.

Toda ‘Mandy’ es casi un relato de mimesis con la experiencia lisérgica del ácido, la expresión artística en movimiento de un sueño sin fin, en el que la lógica de la realidad no aplica. Colores púrpuras, sublimación de texturas, tonalidades difuminadas por humo y niebla que aparece porque existe en esa realidad paralela.

Porque existe y no tiene una explicación más allá de la representación pictórica de una realidad idealizada de los años ochenta, muy cortada por el patrón del cine de los años en los que sucede, 1983 después de cristo, como indican sus intertítulos. Y la referencia a Cristo no es una mera etiqueta estética, sino que acompaña el tema de fondo de la película, una exploración del poder de alienación de los cultos, las figuras ridículas a la par que peligrosas de los gurús, y la capacidad de la mente humana para ser contagiado por el virus religioso. Algo que se materializa en la imagen de una iglesia en llamas, casi un manifiesto final consciente e impío.

No quiso meterse en esos eriales el actor, cuyo interés por la película se incrementó con la rabia de estar “tres meses en una silla de ruedas por un accidente. Cuando por fin pude levantarme, caminaba incluso mejor porque la rabia me había transformado. Esa ira hizo que el personaje me saliera casi solo, la euforia de poder moverme se traspasó al papel. No tenía que actuar, solo sentirme libre”.

Y en ese estado, de pura libertad creativa, le encontramos en ‘Mandy’, en donde de nuevo le vemos gritar, llorar, beber como en ‘Leaving las Vegas’ y desatar su lado más violento. Quizá esa faceta más loca es lo que ha quedado de un actor que ganó un Óscar y ha trabajado con los mejores directores, pero que ha encontrado en internet una reivindicación inesperada a base de gifs.

Por ello asume “que las redes sociales pueden tener su parte negativa, pero a veces encuentro divertido que mis expresiones faciales se conviertan en ‘memes’ de Twitter, porque puede ser positivo si llevan a nuevas generaciones a interesarse por las películas“.

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