Nada más poner un pie en la reunión de bienvenida
En mi primer día de universidad en UCLA me explicaron que está mal acosar a las mujeres
Nada más poner un pie en la reunión de bienvenida de nuevos alumnos, su coordinador nos hizo saber que la violencia y el acoso sexual no están nada, pero que nada bien. Ah, menos mal.
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Me sentía como una niña con zapatos nuevos. A mis 35 años estaba a punto de iniciar los estudios de producción de cine y televisión en Los Ángeles y no cabía en mí de gozo. Normal.
Llegué al salón de actos (uno de los muchos que hay en el extensísimo campus de la Universidad de California de Los Ángeles), y saqué mi cuaderno y mi bolígrafo que con tanto cariño había traído desde mi tierra natal. Sí, me traje material ‘escolar’ porque me dijeron que aquí era carísimo (y lo es). Así pues, el responsable de la oficina de estudiantes internacionales comenzó dándonos la bienvenida.
Que si hay que tener paciencia con esto del idioma, que no nos agobiemos con lo de los créditos… Todo temas de burocracia y de adaptación al campus hasta que en la pantalla en la que se proyectaban las diapositivas de dicha presentación apareció el siguiente apartado: “Sexual Harassment” (acoso sexual, vaya). Lo primero que pensé fue que se habían equivocado. Pero no, estoy iba muy en serio. De hecho, he aquí el texto que se podía leer en dicha diapositiva.
“La Universidad de California se compromete a crear y mantener una comunidad donde todas las personas que participan en programas y actividades de la Universidad puedan trabajar y aprender juntas en un ambiente libre de hostigamiento, explotación o intimidación. Todos los miembros de la comunidad deben saber que la Universidad prohíbe el acoso sexual y la violencia sexual, y que tal comportamiento viola la ley y la política de la Universidad. La Universidad responderá con prontitud y eficacia a los informes de acoso sexual y violencia sexual, y tomará las medidas adecuadas para prevenir, corregir y, cuando sea necesario, disciplinar el comportamiento que infrinja nuestra política”.
“La violencia y el acoso sexual no están permitidos dentro de este campus”, repitió por si alguien no comprendía (por el idioma) lo que ponía en la imagen. “O sea que fuera de él sí, ¿o qué pasa?”, pensé yo. Todos tranquilos porque todo tiene su explicación. Estados Unidos es el país de las demandas. ¿Te caes de camino al baño dentro de un restaurante?
Los demandas porque el suelo estaba resbaladizo. Así pues, ¿qué deben hacer los dueños del mismo para curarse en salud? Poner un cartel que diga que tengas cuidado porque es probable que el suelo esté resbaladizo. Es decir, la Universidad se cura en salud. No solo eso. Si alguno de mis compañeros violase o acosase a una chica dentro del campus (y esta charla no hubiese tenido lugar), es muy probable que su abogado se agarrase al hecho de que UCLA no le dijo a su cliente que ese tipo de actitud estaba prohibida en el campus. ¿De locos? Puede, pero EEUU funciona así. Y la justicia en general, no nos engañemos.
Además, me llamó poderosamente la atención la manera en la que delimitaron a la perfección los lugares en los que está prohibido. “Lugar se refiere a cualquier recinto universitario de la Universidad de California, el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, los Centros Médicos, la Oficina del Presidente y el Departamento de Agricultura y Recursos Naturales”. Ahí lo llevas.
“Puede que haya personas a las que esto les resulte un tanto inusual y si hay alguien en esta sala que no lo entienda, por favor que pase luego por nuestras oficinas”, sentenció mientras miraba hacia un lado concreto de la sala. ¿A quién se estaba refiriendo? Ay, mi madre. Estaba justo mirando hacia unos chicos que claramente eran de Arabia Saudí. Claro, a ver cómo les explicas tú a ellos que las mujeres en este país (ni en muchos otros) no somos sus esclavas (de ningún tipo). Ellos parecieron no darse por aludidos. Supongo que porque ya vienen sabiendo lo que aquí van a encontrarse. Menos mal…
Dicho esto, el supervisor nos aclaró que siempre debíamos contar con el consentimiento de la otra persona para participar en cualquier actividad sexual. Acabáramos. Sin embargo, conforme seguía hablando, me di cuenta de que quizá había alguien en esa sala que no lo supiese. Es decir, siempre he pensado que hay cosas que no necesitan explicación. Pero mira, parece ser que sí. A lo mejor alguno de los presentes salió de esa sala habiendo descubierto América (nunca mejor dicho).
Para terminar, nos pidió que apuntásemos el número de policía de la Universidad en el móvil (sí, UCLA tiene su propia policía). No era broma. Todos tuvimos que sacar nuestros teléfonos y apuntarlo (o hacer como que lo apuntabas, claro está). Una vez dicho esto, aclaró que la Política Completa sobre Violencia y Acoso Sexual estaba disponible en la web para todo aquel que quisiese saber más al respecto. Y en serio, no tiene desperdicio. De hecho, aquí tenéis el enlace en español.
Aunque ahí no terminan las advertencias. En plena era digital, sobra decir que todos los estudiantes tenemos acceso a un campus virtual. Un espacio donde los profesores cuelgan las lecturas, los estudiantes podemos interactuar entre nosotros y donde también podemos encontrar el programa al completo del concurso. Y ahí, queridos amigos, vuelve a aparecer el apartado de “Sexual Harassment”. Una cosa me queda clara. El que no se entere es porque no quiere.
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