ESTRENA ‘LA MOMIA’, DONDE DEBE SALVAR EL MUNDO
Puedes odiar a Tom Cruise, pero de verdad te digo que es un buen actor
Tom Cruise despierta tantos odios como pasiones. Sus detractores le acusan de hacer siempre lo mismo últimamente. A sus fans, por el contrario, les encanta. Ya ha demostrado de sobra que es buen actor. Ahora toca divertirse y divertir. Estrena La Momia, peli donde quiere salvar al mundo.
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Si se escribe en el buscador ‘actores más odiados’, aparecerá su nombre muy bien posicionado. Es un hecho comprobado que Tom Cruise es uno de esos actores de Hollywood que cae mal a mucha gente. ¿Envidia? Puede ser. En realidad da igual. A él le da igual. Y a sus seguidores, que se cuentan por millones, también.
Porque, por mucho que el protagonista de ‘Top Gun’ sea lo peor para un montón de gente, ya sean colegas de profesión, espectadores, internautas o el pescadero de la esquina, Tom Cruise es un buen actor y eso no se puede discutir. No solo porque que haya sido nominado en tres ocasiones a los Oscar (Sandra Bullock tiene uno), si no porque cuenta con una carrera con la que muchos ni siquiera pueden soñar. Con sus altos, sus bajos y sus reinvenciones.
El que empezase siendo un ídolo de quinceañeras carne de carpeta de instituto ha sabido reinventarse con el paso de los años hasta convertirse en un héroe de acción apunto de cumplir 55 años -lo hará el próximo 3 de julio- que se empeña en rodar sus escenas de riesgo para preocupación de las aseguradoras.
Este chaval de Syracuse, hijo de una profesora y un ingeniero, con números romanos en su pasaporte (su nombre completo es Thomas Cruise Mapother IV), entró en Hollywood vestido con una camisa color salmón (o rosa palo, dirán algunos), sin pantalones, con calzoncillos y calcetines blancos y un candelabro a modo de micrófono al ritmo de ‘Old Time Rock and Roll’.
Tenía 21 años y, señores y señoras, había nacido una estrella. Era 1982 y después vinieron otros muchos papeles emblemáticos y que marcaron a toda una generación que se enamoró irremediablemente de aquel joven moreno, de cara angelical y estatura media. Podía haberse quedado en eso, en un guaperas que se quitaba las gafas de sol rasgando patilla con papeles como el de Maverick (‘Top Gun’) y Brian Flanagan (‘Cocktail’).
Cruise arriesgó y ganó
Pero no, Cruise siempre fue pura ambición. No quería ser solo eso y se la jugó. ¿Cómo? Midiéndose sin complejos a actores consolidados y de la talla de Paul Newman (‘El color del dinero’), Dustin Hoffman (‘Rain Man’) y Jack Nicholson (‘Algunos hombres buenos’). A todos les aguantó el tipo con su sonrisa de anuncio de dentífrico siempre al quite.
Hizo eso y afearse hasta el extremo para meterse en la piel de un veterano del Vietnam a las órdenes de Oliver Stone en ‘Nacido el 4 de julio’. Aquella interpretación sucia, deprimente y demoledora le sirvió para lograr su primera nominación al Oscar en 1990.
Fue arriesgado y la jugada le salió casi redonda. Casi porque no le dieron el premio. Si eres guapo, tienes que afearte para que te tomen en serio. Es una especie de ley no escrita en Hollywood pero sabida por todos. A Charlize Theron le premiaron por ello cuando lo hizo en ‘Monster’. Y a Leonardo DiCaprio no le dieron la estatuilla hasta que se revolcó por la nieve, el barro y un oso lo dejó hecho jirones en ‘El renacido’. La lista podría continuar eternamente.
De profesión, salvador del mundo
Y así llegó a los noventa, combinando películas con un alto componente romántico con otras de contenido más dramático hasta que el agente Ethan Hunt se cruzó en su camino planteándole una ‘Misión Imposible’ y le picó el gusanillo de salvar el mundo. Desde entonces se ha enfrentado a organizaciones criminales, terroristas, alienígenas, el gobierno y, ahora, a una momia. Porque Tom Cruise se ha convertido en el héroe americano por excelencia.
¿Qué siempre hace el mismo papel últimamente? Puede ser. Pero, ¿qué tiene eso de malo si lo hace tan bien? Cuando un fan espectador va al cine a ver una película de Tom Cruise quiere ver a Tom Cruise corriendo, saltando, disparando... Que sabe actuar ya lo ha demostrado en muchas ocasiones. Lo hizo en la mencionada ‘Nacido el 4 de julio’, pero también en ‘Magnolia’, en ‘Jerry Maguire’ y en ‘Leones por corderos’, por ejemplo.
El logro de que la industria se lo tomase en serio ya lo desbloqueó hace tiempo. Ahora está en la etapa de hacer lo que le venga en gana, porque es Tom Cruise, quiere y puede. Y lo que le viene en gana es protagonizar blockbusters uno tras otro, películas de acción en las que le dobla la edad a su partenaire femenina y en las que debe enfrentarse al mal para salvar a la humanidad mientras sus seguidores se lo pasan en grande en la butaca viéndole en acción.
El mundo puede seguir odiando a Tom Cruise si quiere, pero eso no evita que sea un buen actor. Aunque en realidad es mucho más que eso. Es una estrella de cine como pocas. Capaz de reírse de sí mismo como lo hizo en ‘Al filo del mañana’ interpretando a un héroe cobarde o con las pintas con las que se marcó aquel delirante baile en ‘Tropic Thunder’.
De vuelta de todo
A estas alturas de su carrera, Cruise está de vuelta de todo. Él solo se debe a sus fans. Por eso cuando promociona una película reduce el tiempo dedicado a los periodistas a la mínima expresión pero no duda en pasarse hora y media en una alfombra roja firmando autógrafos, haciéndose fotos con la gente que se aglomera en las vallas y dejando que lo estrujen una y otra vez.
Se debe a sus seguidores, que, después de todo, son los que llenan (o no) las salas. Ellos se lo perdonan todo, incluso las excentricidades como miembro de la Cienciología, una de las razones por las que Tom Cruise es persona non grata en algunos círculos. Tener una vida personal ajetreada, polémica y fuera de la norma también es parte del currículum de ser una estrella.
A él no parece importarle demasiado y evita hablar de su vida privada en las entrevistas. Tras unos años algo convulsos en lo personal copando titulares a ambos lados del charco, su biografía parece haberse calmado en ese sentido. O, al menos, es la imagen de que da, la de que vive por y para entretener y divertir al espectador. Los trapos sucios o las intimidades se las deja en su casa. Bueno, en su mansión.
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