'UNDER DE SUN' SE REVELA CONTRA LA PROPAGANDA DE KIM JONG-UN
La revolución es rodar un documental de propaganda sobre una niña de Corea del Norte y desvelar así sus miserias
A Corea del Norte le salió el tiro por la culata. Encargan a un realizador ruso rodar un documental sobre cómo una niña norcoreana se convierte en cadete del Partido Comunista, pero el director se rebeló y pasó todo el rodaje buscando la forma de contar la auténtica historia bajo el guion de propaganda del líder Kim Jong-un.
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Por mucho que se empeñe el régimen de Kim Jong-un, en Occidente tenemos una percepción de Corea del Norte que roza el chiste. Su líder parece lelo, y las imágenes que nos llegan desde allí parecen sacadas de una mala película de los años 70. Eso sí, saben hacer desfiles muy bien sincronizados.
Desde que en 1953 Corea del Norte quedó aislada del resto del planeta, los occidentales no hemos conseguido colar allí ni nuestras modas, ni los avances tecnológicos, ni nuestra ironía. Porque si algo ha cambiado el planeta en los últimos años (especialmente aquí, en Europa, por ejemplo, o en EE UU) es la acidez y la crudeza con la que ahora entendemos el mundo: llámale acidez o hijoputez en Twitter.
Ese es el tipo de pensamiento crítico que hizo que en España el ISIS no pudiera cumplir su misión de atemorizarnos con su amenaza en vídeo, el país entero le dio la vuelta al mensaje y se mofó del hijo de la Tomasa, tomándolo a chufla y criticando hasta la ropa que llevaba puesta.
Si ves el documental de Vitaly Mansky sobre Corea del Norte, 'Under the sun', te das cuenta de que el sistema de propaganda norcoreano no pasarían la prueba de Twiter. En Corea del Norte siguen viviendo en 1950, y mantienen la misma mentalidad comunista de hace cincuenta años dónde el líder es un padre y un salvador capaz de volar o convertir la mierda en un flan si es preciso.
'Under the sun' es una rareza fruto de la suerte. Todo empezó en 2012, cuando una comisión norcoreana visitaba el Festival de cine de Vladivostok, allí conocieron a Vitaly Mansky, un documentalista ruso. Le propusieron rodar una película sobre la Unión de Niños de Corea, una asociación juvenil a la que pasan todos los niños llegados a los ocho años, y que les convierte en cadetes del Partido Comunista.
A Mansky le pareció una oportunidad de oro para entrar en Corea del Norte y rodar algo que verdaderamente valiera la pena: un documental rodado desde dentro, burlando la simpatía del régimen. Pero las reglas impuestas por el gobierno norcoreano fueron férreas, no iban a permitir siquiera que Mansky hablara con los protagonistas del documental, él se debería limitar a grabar y a editar.
Sin embargo Mansky se dio cuenta enseguida que quienes le custodiaban no sabían nada sobre las cámaras que él utilizaba, eso les haría muy difícil saber cuando estaba grabando y cuando no. Tampoco eran consciente de que el modelo de cámara de Mansky permitía cargar dos tarjetas de memoria a la vez, por lo que en una podía grabar las escenas inofensivas y en otra las furtivas.
A lo largo de los dos meses que duró el rodaje, Mansky se percató cuenta de que el supuesto documental era una farsa. Los intermediarios del gobierno habían adulterado la historia de la niña, nada era real: a su madre le habían sacado de la cafetería en la que trabajaba y falsearon que ella estaba empleada en una fábrica de leche de soja. El padre de la niña era periodista, pero le cambiaron el ocupación por una más comunista: ingeniero de una fábrica textil. Y allá donde grababan pedía a los extras que sonrieran de oreja a oreja y jalearan hurras por Kim Jong-un.
Mansky no entendía el coreano, pero estaba compinchado con la traductora. El gobierno no le permitió grabar un solo plano que no tuviera que ver con el documental encargado, pero Mansky se logró dejar la cámara grabando antes y después de cada escena, centrando la atención del plano en detalles que pasarían desapercibidos.
En esos detalles nació el auténtico documental de Mansky: las miradas de cansancio de los niños al escuchar por enésima vez una batallita bélica, el frío saliendo de sus bocas en el aula y la mirada gris de los ciudadanos de Pionyang cuando se cierran las puertas del de metro.
'Under the sun' es un documento demoledor que evidencia la absoluta candidez de la propaganda norcoreana. Delante del objetivo de Mansky los responsables del gobierno dan indicaciones absolutamente ridículas, cándidas, surealistas y primarias. Ideas que llevan más de 50 años siendo asumidas y defendidas por los ciudadanos de Corea del Norte pero que no aguantarían ni diez minutos de una lapidación en Twitter.
Esa inocencia y fragilidad propagandística resulta absolutamente terrible e insoportable cuando la ponemos al zoom de la cámara y, gracias a los minutos finales de 'Under the sun', somos conscientes de que el régimen ni siquiera se siente obligado a actualizar el mensaje de su propaganda ni hacerlo más convincente, porque desde la cuna sus ciudadanos están siendo educados en una falta total de sentido crítico. Están absolutamente saturados y desorientados.
El plano final de ' Under the sun ' lo dice todo, una niña a la que le quedan (literalmente) dos días para abandonar la cordura infantil y que se permite su último momento de lucidez antes de caer para siempre en las zarpas ideológicas de Kim Jong-un.
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