REGRESA FRANK UNDERWOOD
Seis cosas que House of Cards predijo de la política antes de que llegara Donald Trump
Frank Underwood sigue en el poder en la ficción, pero en la realidad es Donald Trump quien ocupa hoy la Casa Blanca. Aprovechamos el retorno de 'House of Cards' para repasar sus aciertos más visionarios. Éstas son las seis cosas que la serie predijo sobre la política actual.
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¿Preparados para sufrir de nuevo los envites políticos de los Underwood? La quinta temporada de 'House of Cards' ha llegado a España y recupera a los grandes Kevin Spacey y Robin Wright en los papeles de despiadados presidente y Primera Dama de Estados Unidos.
Además, en su momento más polémico; no solo por el desenlace de la entrega previa, que sugería una posible guerra, sino porque ahora esDonald Trumpquien está en el Despacho Oval, y las comparaciones, aunque jocosas y exageradas, son inevitables.
Aprovechamos el regreso de la serie política más popular y extrema de los últimos años para hacer un repaso de esas verdades políticas con las que ha acertado de pleno, y que nos hacen ver la Administración Trump desde un punto de vista más crítico y descreído.
1. La política es una continua lucha de egos
Es una idea tan transitada por las series políticas que su obviedad tiene un gran significado. Decimos lo de obviedad porque la última curiosidad que nos han brindado Trump remite a esa clásica lucha de egos entre los políticos: el ridículo apretón de manos entre el presidente de Estados Unidos y el francés Emmanuel Macron demuestra que, tristemente, ahora la política se reduce a gestos egoístas donde el que gana es el que queda por encima, no el que dialoga.
Es el concepto que ha guiado siempre 'House of Cards', protagonizada, no en vano, por un político despiadado criado en los valores más tóxicos y tradicionales, para el que todo vale. Ese simbólico saludo entre Trump y Macron ya lo vimos en una de las tramas más interesantes de la serie, la Guerra Fría entre Frank Underwood y el presidente de Rusia, Viktor Petrov (Lars Mikkelsen), capaz de acosar sexualmente a Claire Underwood para humillar a su oponente.
2. La guerra para ver quién escupe más lejos
En este caso no usamos el término "guerra" de forma metafórica, sino literal. El final de la cuarta entrega de 'House of Cards' culmina en un momento imprevisible (esperad, con Frank Underwood no hay nada imprevisible): la militarización como cortina de humo para fulminar la acusación criminal contra el presidente. Es capaz de meterse en un conflicto armado con tal de afirmar su poderío y sacudirse a los críticos problemáticos a los que no se puede cargar. ¿O sí?
Esta última treta de Underwood no nos resulta tan extraña si tenemos en cuenta noticias de actualidad reciente, como la Madre de Todas las Bombas, anécdota que parece sacada de la peor parodia de 'House of Cards'. La muestra de dominio americano en plena lucha contra el ISIS y en el tira y afloja armamentístico con ciertos países de Oriente Medio también le sirve a la Administración Trump para despistar a la opinión pública de todas las críticas nacionales.
3. Intereses y secretos entre los gobiernos
Uno de los grandes escándalos que han rodeado la presidencia de Estados Unidos en estos meses ha sido el supuesto tráfico de información confidencial entre el Despacho Oval y Rusia. Las intrigas entre los gobiernos son habituales en política internacional, pero estos casos son demasiado importantes: están en juego el poder en uno de los países más influyentes (¿influyó Putin en la campaña de Trump?) y la seguridad en Oriente Medio (los informes de espionaje).
'House of Cards' planteó estas conspiraciones que no son tan de ficción como pensamos, pero le añadió un componente económico característico de Estados Unidos: los 'lobbys', grupos de presión comercial liderados por empresas y organizaciones gremiales. Fue, eso sí, en la trama más aburrida de la temporada más política de la serie, la segunda: ciertas compañías chinas facilitaban dinero a campañas electorales, a través de empresarios, a cambio de favor político.
4. Manipulación y censura a los periodistas
La relación entre los gobernantes y los medios de comunicación ha sido siempre un clásico de las ficciones políticas. De hecho, la 'House of Cards' original, la británica de 1990, ya establecía como premisa el turbio romance entre el Primer Ministro y una periodista ambiciosa, y así lo replica la versión estadounidense en los personajes de Frank Underwood y Zoe Barnes (Kate Mara). Él consigue filtrar información interesada y ella medrar con exclusivas que nadie tiene.
Este vampírico idilio deriva, como es de esperar, en una situación de censura que en entregas posteriores afecta a otros periodistas y confidentes, que son silenciados e incluso eliminados. La similitud entre 'House of Cards' y el mandado de Donald Trump no es tan extrema, pero nos aclara una verdad incuestionable: ante la manipulación y la ocultación, la transparencia es una utopía. La tóxica relación entre el presidente y los medios de comunicación bien lo demuestra.
5. El populismo para seducir a los desfavorecidos
Pero, ¿cómo es posible que Trump resultara elegido presidente de Estados Unidos? Fue el gran debate de las semanas siguientes a las elecciones presidenciales, uno que muchos contestaron asegurando que el candidato había conectado con las clases populares cuando éstas se sentían abandonadas por la política. El 'Make America Great Again' conectó con el voto tradicional y republicano por excelencia, pero también con el más indeciso y descontento por el panorama.
Pero hay otro lema de Donald Trump, el 'America First', de su campaña sobre inmigración, que recuerda a uno que usó Frank Underwood antes en 'House of Cards', 'America Works', con un claro doble sentido: 'América trabaja', pero también 'América funciona'. Se trataba de un plan populista dirigido a los ciudadanos más desfavorecidos por la crisis económica y de empleo que en realidad era solo una treta para ganar votos de cara a unas elecciones presidenciales.
6. El matrimonio como pantomima política
Otro clásico del género político que 'House of Cards' ha representado como pocas series antes: el matrimonio es rito de paso para cualquier presidente de Estados Unidos. No uno cualquiera, ya que debe ser heterosexual, cristiano y bien avenido, claro.
La historia del país está plagada de leyendas de amores y desencuentros en la Casa Blanca, desde Kennedy a Clinton, y el de Donald y Melania Trump no iba a ser menos observado. Su caso, eso sí, es más extravagante.
Las noticias de los últimos días también nos lo ponen en bandeja: la mancha de carmín que la Primera Dama ha dejado en el rostro del presidente, sus negativas a darle la mano, su ausencia en eventos públicos, la sustitución de su hija Ivanka Trump como figura política, la relación del marido de ésta con la diplomacia internacional… Las polémicas familiares de Trump no tienen nada que envidiar a los de los Underwood, y ' House of Cards ' ya nos lo contó mejor que nadie.
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