LA ESENCIA MÁS PURA DEL CÓMIC UNDERGROUND
En los sucios rincones del extrarradio también hay ternura: hablamos con Aroha Travé
Dignísima heredera de todo lo mejor que traía la revista ‘El Víbora’ con la que la autora creció, Aroha Travé publica un primer cómic largo redondo y hermoso que, como marcaba la profecía, ha sido editado este año por La Cúpula. Niños accidentados, descampados, edificios en ruinas, yonquis, un amor familiar capaz de sobrevolar toda la problemática propia del barrio y un sentido del humor lúcido que mezcla lo oscuro y lo infantil con brillantes resultados. Hablamos con Aroha sobre ‘Carne de cañón’.
Publicidad
Aroha Travé nació en Terrassa en 1985 y a lo largo de su carrera ha cultivado un estilo inconfundible. Limpio y sucio al mismo tiempo, duro y entrañable, detallista hasta el extremo, accesible, atemporal, tan clásico como personal, ‘Carne de cañón’ es un cómic que profundiza en los ambientes marginales siguiendo la más pura esencia del cómic underground sin perder en ningún momento una humanidad conmovedora y un fresquísimo sentido del humor.
Una de las características más llamativas que encontramos en sus páginas es que, pese a ubicarse en un escenario contemporáneo, da la sensación de que las historias podrían desarrollarse en cualquier momento y cualquier periferia de las últimas tres o cuatro décadas. A Aroha le parece que el extrarradio resulta tan difícil de situar “porque se repiten las mismas cosas una y otra vez. No sé cómo será en otros barrios pero en el mío van generación tras generación entrando y saliendo del mismo bar, se juntan chavales en los bancos de la plaza y se arrancan a cantar flamenquito como si no hubiera pasado el tiempo (solo que mientras lo hacen actualizan su Instagram)”
“Creo que los críos de hace veinte años y los de ahora se siguen viendo jugando solos en descampados, escuchando sus nombres resonando por el barrio y cagándose vivos si el más chungo del lugar te viene a pedir algo. Los clásicos del extrarradio se mantienen.”
Y, pese a toda la dureza y las dificultades propias de este entorno, un cariño familiar y un gran sentido del humor acaba impregnando cada escena: “No quería hacer un cómic triste ni dramático, quería que los personajes fueran críos felices rodeados de mugre. Mis mejores amigos transformaban sus penas en chistes que nos hacían descojonarnos allí en el barrio y también normalizaban cosas que en aquel momento no éramos conscientes de lo duras que eran pero las recordamos ahora y flipamos. Quería conseguir esa mirada de niño que no sabe que no es normal que su padre esté haciendo eses por las calles del barrio o que su madre esté de peleas cada dos por tres con todo el que se encuentra.”
Su escuela no ha sido otra que el cómic underground que se podía encontrar en la legendaria revista ‘El Víbora’, que en 2019 cumple cuarenta años desde su lanzamiento. Para la autora la influencia de esta publicación ha sido crucial: “Cambió por completo mi manera de entender el cómic”, explica, “yo pensaba que los cómics eran El Súper corriendo detrás de Mortadelo y Filemón y ‘El Víbora’ fue como descubrir el punk, como si me pusieran una chupa, unas gafas de sol, un piti en la boca y me dijeran: DIBUJA LO QUE TE DÉ LA PUTA GANA AHORA Y SIEMPRE.”
De entre la inmensa abundancia de autores publicados por la revista, le causaron un impacto especial Carlos Gambarte, “que dibujaba sobre un grupo de rock, Hewlett con su ¡a por los Freebies! , ‘Odio’ de ‘Peter Bagge me hacía una gracia tremenda y eso que no entendía ni la mitad de lo que decían, pero el verdadero antes y después vino con ‘El vengador’ de Tomaz Lavric, publicado en ‘El Víbora’ número 260. Aquel cómic me hizo querer ser dibujante de cómic.”
La emoción de ver su obra publicada por la editorial responsable de ‘El Víbora’ resulta, como es de esperar, intensa. Aroha lo explica así: “De pequeña miraba la página del catálogo de La Cúpula, veía la colección de BRUT COMIX y fantaseaba, pero aunque tenía mucha imaginación no podía ni de coña llegar a imaginar que algún día publicaría con ellos. Y menos aún que serían como mi familia. Ellos me han ayudado muchísimo con ‘Carne de cañón’. Lo dibujaba allí directamente en la editorial y cuando tenía dudas Emilio Bernárdez siempre encontraba un hueco para venirse a mi lado. Sus ideas parecen sacadas directamente de ‘El Víbora’. Yo luego hacía lo que me daba la gana pero él me ayudaba a mantener la actitud”.
Eterna gratitud para todo el equipo de La Cúpula, manteniendo viva la llama del cómic underground en nuestro país década tras década.
Publicidad