Sigue la polémica
Sulli, Goo Hara... ¿afectaron las cámaras ocultas porno y los chantajes sexuales a los últimos suicidios del K-pop?
Algunos de los casos más trágicos de las últimas semanas tienen una relación directa con la grabación de vídeos de carácter pornográfico, un negocio muy mal visto y hasta perseguido en Corea del Sur.
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Los suicidios de Goo Hara y Sulli, idols K-pop y buenas amigas, está echando luz a rincones muy oscuros de la sociedad en su país de origen. Puede sonar a chiste, pero hay muchas chicas surcoreanas que antes de utilizar unos baños públicos chequean si hay alguna cámara que pueda estar grabándolas. Y es que se trata de un problema que lleva años preocupando en aquel territorio.
Sulli había salido en Instagram vestida pero sin ropa interior, según ella misma "para demostrar que no tiene nada de malo", y una vez enseñó sin querer un pezón en la misma plataforma, por lo que fue muy duramente criticada en redes. Goo Hara tenía un problema mayor: andaba de juicios con su ex porque este le amenazaba con hacer públicas unas grabaciones íntimas suyas. Algo muy heavy para las costumbres de aquel país, y que en ojos de muchos (como también dejaron claro las opiniones en redes) te marca para siempre.
No hace falta ser una estrella para ser el objetivo de degenerados que buscan imágenes eróticas o hasta pornográficas. Choi Jong Hoon y Jung Joon-young, artistas también relacionados con el K-pop, fueron condenados la semana pasada a penas de hasta seis años de cárcel por grabar sin su consentimiento a varias chicas con las que habían tenido relaciones sexuales y difundir sus vídeos. Si los hechos ya son graves en cualquier cultura, en Corea del Sur hay un estigma importante hacia ese tipo de exposición personal.
El Instituto Coreano de Prevención del Suicidio publicó que en 2017 las denuncias por cámaras espía habían alcanzado los 6000 casos, mientras que en 2018 casi lo doblaba: 11.000 denuncias, el 80 por ciento de mujeres. Y se teme que muchos más casos no se denuncien por vergüenza. Las cámaras ocultas pueden estar también en probadores o vestuarios de gimnasios, y los dispositivos de grabación se ocultan con mucha facilidad y solo necesitan estar instalados unos minutos, como relata la policía de Seúl en la misma fuente de información, que alerta que "hay gente que los coloca, graba y desinstala en menos de un cuarto de hora".
Corea del Sur, además, es uno de los países tecnológicamente más avanzados del mundo, por lo que detectar y perseguir estos crímenes es muy difícil. El proceso judicial al exnovio de Goo Hara, por ejemplo, acabó con una condena de año y medio de prisión para el acusado, pero la pena se suspendió y no pagó por su chantaje.
Para nada se trata de un problema exclusivo de Corea ni del K-pop, y sin embargo hay quien ve en los suicidios de estas estrellas una llamada de atención para que exista una conciencia de cómo estos vídeos sexuales afectan a las víctimas.
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