ÉL, ROBOT
Este robot del siglo XVIII juega al ajedrez mejor lo que tú lo harás jamás
El Turk era un robot del siglo XVIII que iba de gira enfrentándose a los grandes maestros del ajedrez que se iba encontrando. Su fama se engrandeció por su aura de invencibilidad, dado que nadie era capaz de derrotar a esta curiosa creación. ¿Tenía truco? Por supuesto que lo tenía.
Publicidad
Jugar al ajedrez es una cosa fácil de aprender pero difícil de dominar. Requiere saber de estrategia, ser capaz de anticiparte a los movimientos de tu rival y conseguir engañar a tu oponente para que caiga en tus trampas y acabe vilmente derrotado. Es un juego de inteligencia eterno cuya popularidad se ha mantenido vigente, con razón, a lo largo de los siglos.
Hoy en día podemos jugar al ajedrez online contra otras personas o frente a inteligencias artificiales de máquinas. En su momento también fueron populares los ajedreces electrónicos, que te permitían realizar partidas en solitario cuando no había internet. Pero estas cosas no son ideas nuevas, dado que en el siglo XVIII ya existía un robot llamado Turk que derrotaba al ajedrez a cualquier oponente que se le pusiera por delante.
El Turk se fue de tour por todo el mundo como si fuera Taylor Swift, pero en vez de dar conciertos daba palizas al ajedrez. Así lo hizo durante casi un siglo, venciendo a cualquiera que se atreviera a enfrentarse a él. Pero, ¿cómo lograba un robot de hace cientos de años ser tan avanzado como para derrotar a humanos? La cosa tenía truco, por supuesto. Un truco muy bueno.
La máquina representaba a un jugador y un brazo, pero por dentro se escondía un humano real, un experto en ajedrez que contaba con su propio tablero que replicaba los movimientos del real. Para ello, desde dentro de la estructura, podía ver el movimiento de piezas gracias a un ingenioso sistema de imanes; mientras que utilizaba una palanca para mover sus piezas y replicar los movimientos que, para el resto del mundo, hacía un robot. Así funcionaba este ingenio mecánico que engañó a cientos, incluso miles. O, al menos, así lo cuenta la leyenda.
Publicidad